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ANEXOS:
TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN DE MADERA POLICROMADA
Cecilia Bagés, profesional de la restauración, dictó
una conferencia sobre su experiencia de intervención de la Colección
de Tallas Policromadas de la Capilla de Santa Bárbara de Cabudare,
Estado Lara, Venezuela.
Dicha Colección está conformada por imágenes religiosas
del siglo XVII, cuyo valor se fundamenta en su antigüedad y en que
fueron el producto de la fe y la destreza de los artesanos de entonces.
La Capilla donde se encuentran fue construida entre finales del siglo
XVII y comienzos del XVIII. Su restauración motivó a su
actual propietario a contratar a un profesional para intervenir y preservar
las mencionadas imágenes, en vista de que habían sufrido
los efectos de la humedad, la luz, los cambios de temperatura, la biodegradación
y la acumulación de polvo y suciedad.
Las obras fueron elaboradas de acuerdo a diversas técnicas constructivas:
imágenes articuladas de vestir, de un solo bloque, de varios bloques,
fijas y de varias piezas inamovibles y, articuladas de varias piezas movibles.
El proceso de intervención se inició con la desinfección
de las obras mediante tratamientos curativos y preventivos. A este paso
le siguió un examen exhaustivo de cada una de ellas a fin de caracterizarlas,
hacer un diagnóstico de su estado de conservación para precisar
el tratamiento y por último, iniciar el trabajo de conservación
y restauración. Este proceso estuvo orientado según el criterio
de mínima intervención, es decir, por la mayor dedicación
al trabajo de conservación que al de restauración.
La conferencia fue ilustrada con trasparencias que marcaron el orden progresivo
de todo el trabajo de intervención.
Reseña de la conferencia dictad" por Cecilia Bagés.
EL AMBIENTE Y EL DETERIORO DE LOS BIENES CULTURALES (*)
El clima es la resultante de muchos elementos y factores e diversa
naturaleza. Al hacer cualquier tipo de análisis deben tomarse en
consideración, fundamentalmente por la incidencia que tienen, la
temperatura, la radiación solar y la humedad. Esta última,
considerada en su más amplia acepción, incluye las precipitaciones,
la condensación y la propia evaporación. Sobre estos factores
principales influyen a su vez parámetros tales como la ubicación
geográfica, la topografía y las características específicas
de la región: sus montañas, los océanos que la delimitan,
etc.
El trabajo de clasificación de los climas se enmarca en los contenidos
de dos disciplinas científicas determinadas, a saber, la geografía
física y la climatología. Los especialistas han realizado
numerosos intentos y, de esta forma, han aparecido muchas variantes de
organización. Sin embargo, en todos los casos, la diferencia se
basa esencialmente en los cambios de temperatura y de humedad de la región.
Entre las divisiones más conocidas se encuentran las siguientes:
a. Clima ecuatorial
d. Clima monzónico
g. Clima continental
b. Clima tropical
e. Clima desértico
h. Clima polar.
c. Clima sub tropical
f. Clima marítimo
i. Clima litoral,
aunque a veces aparecen reportadas también otras modalidades tales
como tropical-húmedo, continental-seco, etc.
En el día de hoy vamos a centrar nuestra atención en la
zona tropical, en la cual, como veremos más adelante, se aprecian
diferentes tipos de clima.
Esta zona se encuentra .comprendida, teóricamente, entre los trópicos
de Cáncer y de Capricornio. Al desplazarnos dentro de esta región,
se puede observar como cerca del Ecuador el clima es cálido y húmedo
constantemente, y como, según nos vamos alejando, aunque la temperatura
siga siendo cálida, el ambiente será seco o húmedo
según la época del año. Tal es el caso del clima
monzónico. En latitudes superiores, tanto la temperatura como la
humedad van disminuyendo, hasta llegar a los climas desérticos.
Si nos basamos en la clasificación climatológica de Koeppe,
que considera dieciséis tipos diferentes de clima, veremos que
la variación señalada anteriormente, puede ser representada
por cinco de ellos. En un primer grupo estarían: ecuatorial húmedo,
litoral alisio y tropical subhúmedo, correspondientes a los climas
cálidos y húmedos. En un segundo grupo: tropical semiárido
y tropical desértico. Estos incluyen a los climas cálidos
y secos.
Desde el punto de vista geográfico, los tres primeros tipos comprenden
el 90% de la zona tropical, los dos restantes constituyen el 10%. Las
regiones que se encuentran en el primer grupo son: América Central
y el Caribe, la parte principal de América del Sur, al norte de
una línea que atraviesa el Perú, Bolivia, Argentina, Paraguay
y el sur del Brasil; África, al sur del Sahara, con parte de Sudáfrica
y con Madagascar, Asia meridional hasta el Himalaya y la meseta de Yunnon
por el norte y el Valle del Indo por el oeste, con las Filipinas. Indonesia
y las islas del Pacífico meridional, así como una franja
de Australia a lo largo de la cota septentrional hasta la latitud de Nueva
Caledonia. Las zonas de climas cálidos y secos son: la meseta central
del norte de México; la franja costera del oeste de los Andes,
con un clima completamente distinto en las grandes altitudes del Perú
y el norte de Chile. La región desértica del norte y el
centro de África Oriental y prácticamente la totalidad del
sur de África. Las regiones desérticas de Arabia, Jordania,
Siria e Irak, y más al oeste una franja de tierra a lo largo del
Golfo Pérsico, la mayor parte del Pakistán Occidental y
una gran parte del desierto australiano.
En conjunto, todas estas regiones climáticas ocupan un poco más
del 65% de la superficie de los continentes, y en ellas se encuentran
casi todos los países económicamente poco desarrollados.
Esto, como veremos más adelante, es sumamente importante.
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LOS CLIMAS COMPRENDIDOS EN LA ZONA TROPICAL
Valores elevados de temperatura y humedad son factores que definen,
de forma general, el clima en la zona tropical. En las latitudes próximas
al Ecuador, y al nivel del mar, la temperatura media anual es de 26ºC,
y la oscilación anual es de 0,5 y 2,5ºC. señalamos
la oscilación porque desde el punto de vista de los objetos en
general, las más importantes son las variaciones climáticas,
ya que son a ellas a lo que los distintos materiales son más sensibles.
Los valores de humedad relativa son del 70% o más, y de nuevo,
son las variaciones de este parámetro las que mayor afectación
van a producir. La máxima humedad relativa tiene lugar poco antes
de salir el sol, y la mínima, al comienzo de la tarde (aproximadamente,
al contrario de lo que ocurre con la temperatura). Por eso, estos son
los momentos más peligrosos para los monumentos y para los objetos
ubicados al aire libre.
En el caso de las precipitaciones, el valor de interés es la distribución,
ya que cuando es uniforme, la degradación es menor, independientemente
del nivel de las lluvias. La acción de este agente es de tipo mecánico,
no obstan- te, debido a su elevado poder di- solvente ya la presencia
de di óxido de carbono (CO2) yotras impurezas gaseosas atmosféri-
cas, su agresividad se puede ver incrementada.
EL CLIMA Y EL DETERIORO DE LOS BIENES CULTURALES
La estabilidad de una antigüedad o de cualquier obra de arte
depende de dos elementos fundamentales: del material del cual está
construida, que puede variar considerablemente, y de las condiciones a
las que ha estado sometida a lo largo del tiempo.
teniendo en cuenta su composición, los materiales se pueden dividir
en dos grandes grupos: materiales orgánicos y materiales inorgánicos,
siendo los primeros, en general, mucho más susceptibles a la acción
de los agentes degradantes. Independientemente de cuál sea el mecanismo
de acción, existen sobradas evidencias para considerar el clima
como el agente preponderante que determina el deterioro y la destrucción
de los bienes culturales. Pero son específicamente la humedad y
la temperatura los principales parámetros a tener en cuenta en
este ataque. Ambos factores favorecen la desintegración física,
química y biológica, ya que aceleran el desarrollo del proceso
de degradación, y son determinantes para el crecimiento de las
bacterias, hongos, insectos, algas, musgos y líquenes.
La temperatura es importante por el papel que juega en las velocidades
de las reacciones del deterioro químico, y los cambios mecánicos
que produce en las estructuras de los materiales. La humedad incide en
los procesos de deterioro relacionados con las alteraciones dimensionales,
que pueden dar como resultado el torcimiento y la aparición de
rajaduras; en las reacciones de deterioro químico y en el biodeterioro.
Pasaremos ahora a analizar algunos aspectos relacionados con la acción
del clima como agente degradante de los diferentes materiales.
Pinturas de Caballete:
La estabilidad de un cuadro depende en gran medida de los distintos ambientes
en donde ha sido exhibido.
Las combinaciones de elevadas temperaturas y humedades relativas y sus
correspondientes fluctuaciones provocan la contracción y expansión
alternativas de los lienzos, originan grietas en los soportes y empañamiento
de los barnices.
Los efectos fotoquímicos de la luz solar, tan brillante y fuerte
en la zona tropical, debilita los colores y favorece la oxidación
de la celulosa.
El incremento de la temperatura produce también la sequedad de
los materiales; y el polvo, arrastrado por los molinos de vientos calientes,
desgasta las superficies pintadas.
La acción biológica comprende el daño provocado por
los insectos (moscas, cucarachas, termitas, etc.) sobre los bastidores
de madera y el efecto directo sobre la capa pictórica por la aparición
de huevos y larvas. También la aparición de manchas o el
desprendimiento de zonas como resultado de los procesos de metabolismo
de hongos y bacterias, o por la acción mecánica de los micelios
de los hongos que van penetrando en los estratos de la pintura.
La aparición de ampollas y las eflorescencias salinas son también
resultado de una humedad excesiva y continua, al igual que las rajaduras
y deformación de los paneles de madera.
Las colonias de mohos proliferan en la oscuridad, de ahí que se
deba garantizar una iluminación y ventilación adecuadas
durante al almacenamiento. El aire al circular impide que las esporas
suspendidas en el ambiente se depositen y germinen.
Los adhesivos acuosos como la cola animal sufren un considerable deterioro
en los climas tropicales-húmedos. Los estucos de yeso yagua de
cola utilizados para el relleno de lagunas tienden a dilatarse y contraerse,
en respuesta a las condiciones meteorológicas fluctuantes, y pueden
incluso endurecerse de forma irreversible.
Los barnices se amarillean.
La protección de las pinturas mediante cristales, en lugar de resolver
un problema, puede llegar a ser un factor de riesgo adicional, ya que
en regiones muy húmedas se puede producir la condensación,
creándose depósitos acuosos. Además, algunos tipos
de cristales, en estas condiciones, se pueden volver porosos y opacos,
dificultando la apreciación de la obra de arte.
Textiles:
Las principales características de un tejido son la tenacidad
y la flexibilidad. Es por ello que el grado de deterioro de las fibras
textiles se mide precisamente por el grado de resistencia a la tracción
y a la flexión. Generalmente, este tipo de material es de naturaleza
orgánica.
Las causas comunes del deterioro de los tejidos son la luz, el oxígeno,
la humedad, la contaminación atmosférica, los insectos y
los microorganismos. Todo esto puede hacerse extensivo a los cueros.
Las condiciones tropicales de calor y humedad fomentan el desarrollo de
seres vivos dañinos como las larvas de polillas y escarabajos,
y de ciertos microorganismos como los mohos. Todos ellos proliferan en
la oscuridad, el calor y la quietud, creando manchas y perforaciones que
afean el aspecto de la obra.
La humedad también es capaz de intensificar la acción
destructora de la luz, que de por sí resulta ser un fuerte agente
degradante de los tejidos, al provocar su debilitamiento y decoloración.
Bajo su influencia se pueden producir una serie de reacciones que reblandecen
y debilitan las fibras, debido a la rotura de las largas cadenas de moléculas
que son, en última instancia, las responsables de la resistencia.
También es frecuente que acuse la decoloración de los tintes.
La aparición de manchas por lo general está asociada a la
producción de ácidos, enzimas y pigmentos de los hongos
y bacterias durante sus procesos de metabolismo.
Una prueba fehaciente del efecto negativo de la luz y la humedad sobre
los materiales textiles, lo constituye la sorprendente buena apariencia
que presentan algunas envolturas de las momias egipcias, que han permanecido
estables durante largo tiempo en la oscuridad y sequedad de las cámaras
mortuorias de las pirámides.
Metales:
Los metales forman un grupo heterogéneo y bien definido de materiales,
casi todos sujetos a la corrosión, es decir, a la pérdida
de sus propiedades metálicas con la formación de incrustaciones
minerales. Esto se debe a una serie de reacciones químicas y electroquímicas
con el medio circundante, que producen su desintegración, la cual
será más o menos rápida, según sea la naturaleza
del metal y las condiciones en que se encuentre expuesto.
La corrosión de los metales que, aparte de su importancia en el
campo de la tecnología y la economía, tiene gran significación
en la preservación de los objetos de arte metálicos recuperados
en excavaciones arqueológicas, pertenecientes a colecciones privadas
o de museos, o expuestos en exteriores. Todos ellos deben ser protegidos
contra la acción de los , agentes degradantes. Entre ellos resultan
especialmente dañinos la temperatura, la humedad relativa, los
contaminantes atmosféricos y los microorganismos. En los países
tropicales, el deterioro de los materiales metálicos se ve incrementado
a causa de lo adverso de las condiciones climáticas.
De acuerdo a consideraciones actuales, la corrosión atmosférica
de los metales, en la mayoría de los casos, se desarrolla bajo
capas muy finas de soluciones de electrolitos. En una atmósfera
limpia, la velocidad de los procesos corrosivos en las películas
acuosas disminuye con el tiempo debido a que la propia capa de productos
de corrosión que se va formando, actúa como una barrera,
impidiendo el contacto directo entre el medio y el metal. No obstante,
la presencia en el aire de contaminaciones gaseosas (S02, NH3, CO2, NO2,
H2O, S03) provoca un aumento brusco de la velocidad de corrosión,
de forma proporcional a sus concentraciones.
Por ejemplo, en un ambiente no contaminado, sobre la superficie del cobre
y de sus aleaciones -el bronce y el latón-, se forma una pátina
de color carmelita claro de características protectoras. Sin embargo
al combinarse ésta con el dióxido de carbono (CO2) del aire,
se transforma en carbonatos básicos de color azul verdoso; el sulfuro
de hidrógeno (H2S) da lugar a capas negras de sulfuros y, el dióxido
de azufre, forma los sulfatos alcalinos de color verde esmeralda.
La salinidad ambiental, debida a los iones cloruros, es responsable de
la conocida "enfermedad del bronce" y de su consecuencia inmediata,
"la pátina maligna". Ahora bien, no importa cuál
sea el contaminante, ni en qué concentración se encuentre,
su acción sólo podrá ejercerse en presencia de determinados
niveles de humedad. La temperatura y los altos niveles de radiación
solar, también incrementarán la velocidad de desarrollo
de los procesos de deterioro metálico.
Maderas:
La madera por ser un material de origen orgánico se deteriorará
normalmente bajo la acción combinada de los ataques químicos
y biológicos. Se trata de un material de estructura celular, anisotrópico
(es decir, que se expende o se contrae de forma desigual a lo largo de
sus direcciones longitudinal, radial y tangencial) , higroscópico
y biodegradable.
El comportamiento de la madera con la humedad reviste fundamental importancia
para los con- servadores, ya que muchos de los daños que puede
sufrir, se explican en términos de su reacción a las variaciones
que tienen lugar en el medio ambiente. Sin embargo, no debe soslayarse
el efecto de la temperatura, ya que ésta será la fuerza
que controlará el nivel de humedad, así como los cambios
en el contenido atmosférico. Las fluctuaciones en la humedad, tan
comunes en el clima tropical, causarán ciclos de ensanchamiento
y contracción que podrán alterar las dimensiones físicas
de la madera, y en casos extremos, provocar su distorsión y agrietamiento;
la madera puede abarquillarse y hasta rajarse. En el caso de la madera
policromada, las tensiones que se originen por estas causas, serán
responsables del desprendimiento de las capas de pintura. Algunas maderas
se decoloran por la acción de los rayos ultravioleta (caoba, nogal);
otras se amarillean (roble) o se oscurecen (teca). Esto, lógicamente
puede incrementarse en condiciones de elevada radiación solar.
Un detalle que debe tomarse en cuenta al restaurar objetos de madera en
los climas tropicales, es la susceptibilidad de los adhesivos y consolidantes
a la humedad excesiva, ya que muchos de ellos son sensibles a los cambios
de humedad relativa; se pueden secar, volver frágiles y perder
adherencia.
Otra causa de deterioro de la madera, que se intensifica en las zonas
de clima tropical, son los insectos y los microorganismos. Las termitas
constituyen una de las plagas más destructoras de las maderas de
construcción en los trópicos. También se señalan
a los escarabajos como agentes dañinos. En Cuba se han realizado
estudios microbiológicos en maderas recuperadas de diferentes inmuebles:
son ejemplos la Iglesia del Espíritu Santo y el Convento de Belén,
ambos situados y en el Casco Histórico de La Habana vieja, declarado
por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
Las muestras tomadas presentaron alteraciones, tales como manchas oscuras
y descomposición total de la madera.
La Iglesia del Espíritu Santo es el edificio religioso más
antiguo que se conserva en La Habana. Data del año 1674 y en sus
techos, todos de madera, se evidencia la notable destrucción de
las vigas construidas en cedro (cedrela odosata). La investigación
detectó la existencia de hongos contaminantes con predominio de
los géneros Aspergillus y Penicillium. La pudrición blanca
y la parda, también presentes, han debido a ser causadas fundamentalmente
por hongos superiores, de los cuales se pudieron aislar e identificar
especimenes de Ascomicetos y Denteromicetos.
En el Convento de Belén, parte integrante de uno de los conjuntos
religiosos del siglo XVIII, se logró aislar una gran cantidad de
especies fungidos de probada actividad celulolítica y lignolítica,
lo que también explicó la descomposición sufrida
por la madera.
En una pieza de madera saturada en agua, rescatada de un naufragio del
siglo XVlll, que fue sometida a un tratamiento de consolidación
con sacarosa, se lograron aislar especimenes de los géneros Trichoderma
y Aerobasidium. Se sabe que este último produce manchas muy oscuras
similares a las encontradas en la rondana del pecio del barco de Nuestra
Señora del Rosario.
LOS MUSEOS Y EL CLIMA TROPICAL
El peligro al que están expuestos los bienes culturales en
las zonas de clima tropical no se limita sólo al hecho de su exhibición
en exteriores, sino que se extiende al interior de los museos y almacenes.
Como habíamos señalado, las obras de arte son muy sensibles
a los cambios atmosféricos, y por eso, en el caso de los museos,
los mayores esfuerzos deben dirigirse a mantener los controles, dentro
de los niveles adecuados, de factores tales como humedad relativa, temperatura,
radiación solar, polvo, etc. Tarea realmente compleja en el clima
tropical.
Algunas acciones recomendadas en la literatura especializada para alcanzar
la mayor estabilidad de los bienes culturales, son mantener entre el 50
y el 65% la humedad relativa y de 16 a 25ºC de temperatura, colocar
filtros y controlar la iluminación, entre otros.
Los estándares y normas establecidos para países europeos
y de clima templado en general, no tienen que ser necesariamente adecuados
para las zonas tropicales. Las reglamentaciones para los museos no deben
ser universales, sino reflejar las condiciones locales.
En los países tropicales cobra gran importancia el diseño
del edificio del museo, pues se debe grantizar un ambiente favorable de
exposición, a pesar de lo agresivas que puedan ser las condiciones
climáticas exteriores. Por ello, si bien es cierto que la conservación
de los objetos en los museos de los países tropicales no difiere
en principio de la conservación en los climas templados, en lo
que se refiere a los objetos propiamente, lograr mantener los factores
dañinos en los márgenes de seguridad es más difícil
en el primer caso, y, por lo tanto, la regulación de las condiciones
del medio resulta más complicada y costosa.
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