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Páginas de una exhibición
Frank Baíz Quevedo
VISITAR
UN MUSEO
Visitar un museo constituye, sin duda, una experiencia intransferible.
En primer lugar, porque una tal visita demanda una cierta preparación
personal: transponer los umbrales del museo es desprenderse de
las limitaciones un tanto pedestres de lo cotidiano y penetrar
en un mundo, de algún modo, instalado en otro tiempo y
en otro espacio. Visitar un museo tiene algo de detenimiento,
de colocación a la vera del tiempo, de ascenso a la categoría
de testigo. Consiste en participar de una licencia en virtud
de la cual la cultura es leída hacia adelante y hacia
atrás con uno, el observador, como referencia.
La visita a un museo, en segundo lugar, es un ritual acicateado
por un sin número de valores: los méritos del monumento
que acoge al museo, la calidad y el prestigio de las exhibiciones
y, en el caso de las galerías de arte, la presencia:,
socialmente atestiguada de las obras.
La actividad física de visitar un museo, por último,
es emocionalmente insustituible: es insustituible como inmersión
en una atmósfera que siempre tiene algo de mágica
(porque, de hecho, detenerse en el tiempo, en esa ociosidad contemplativa
requerida por los museos, es si se establece la comparación
con el mundo de afuera, simplemente mágico o absurdo)
; es insustituible como fruición de una luz, de una manera
de acudir y permanecer en relación con los objetos, de
vivir e interactuar con una particular arquitectura .
Lo anterior es, por tanto, un modo de decir que no existe, en
rigor, ninguna práctica frente al mundo "virtual",
que pueda equipararse a la visita a un museo. Las visitas "virtuales",
son sin duda otra cosa, materia de un tipo de experiencias que
ha comenzado a generalizarse (francamente, con una velocidad
exponencial) y cuyo porvenir es apenas susceptible de ser analizado
con base en cálculos imprecisos y elucubraciones.

LA "VIRTUALIZACIÓN" DE LA CULTURA
El significado que tiene -o que tendrá en el futuro- la
"colocación" masiva de obras artísticas
sobre un soporte tan singular como el que brinda la tecnología
informática, es materia de enconadas discusiones, muchas
de las cuales, circulan -y no casualmente- en la misma Internet.
Simplificando, como lo hacía Enrique Jardiel Poncela cuando
hablaba de preferencias religiosas (y políticas), uno
podría distinguir, universalmente, dos militancias: la
militancia resistente de los conservadores, es decir, de los
analógicos, aquellos para quienes los soportes
confiables de las obras pictóricas, musicales, fílmicas,
etc., son el lienzo, el acetato (antes fue la orquesta), el celuloide
y así por el estilo y los sustentadores del credo renovador,
es decir, los digitales, cuya confianza en los soportes
electrónicos
y magnéticos los llevan a avizorar un porvenir cada vez
más "virtual". No deja de ser paradójico
que los museos, cuyas riquezas consisten precisamente en obras
que utilizan soportes tradicionales, se hayan inscrito en la
vanguardia, al Iado de las instituciones entusiastas de la virtualidad.
ORIGINAL Y COPIA
Concederle estamento de existencia a lo que comúnmente
se llama Un museo virtual es, en cierto modo, disponerse a asumir
un simulacro en el cual cada copia que lo constituye vale por
el original. En el caso de los museos virtuales, en realidad
se trata más bien de un simulacro de simulacros de una
representación de representaciones. Visitar el Museo
del prado Virtual es simular una visita donde los lienzos
de Goya (simulados) son reales. en el interior de la simulación.
Se ve entonces cómo
la realidad virtual intenta simular un modo de existencia -no
solamente un modo de representación- y; por tal razón,
inaugura un tipo de exhibición museística completamente
original. Así, por ejemplo, cuando se trata de la exhibición
de una reproducción digitalizada (es decir, de la muestra
de una copia de una obra autográfica, que es como
denomina Nelson Goodman a aquel tipo de obras formadas por un
único original}, la obra tiene de algún modo que
asumirse como original (porque, de hecho, es el único
objeto que constituye la colección del museo)
.Pero la obra exhibida puede consistir, de por sí, en
una obra virtual que es, a la vez, original y copia, como sucede
en aquellas galerías (The Gallery for the Digital Arts
( web.sirius.com/ -stas/Gallery/titlepg.shtml) o The Computer Art Pages de Florian Maushart
(www.FH-Karlsruhe.DE/-mafl0011l) dedicadas a construcciones puramente virtuales.
La obra del museo virtual, como se ve, es siempre de índole
problemática.
Quizás
sean consideraciones como éstas -y otras que derivarán
de un desarrollo que apenas conocemos- as que nos harán
cada vez más proclives a las caminatas virtuales, caminatas
cuya fruición tendrá un sabor y una lógica
que, de una manera muy distinta a los amables recorridos por
los viejos museos concretos, probablemente nos llegará
a fascinar. Lo que sea que depare el futuro en ese sentido, apenas
se prefigura en unos itinerarios que ostentan todavía
la rudeza de una tecnología incipiente y que consisten,
por lo pronto, en el hojeo de páginas y páginas
de un inmenso libro virtual.
PÁGINAS y PÁGINAS
¿Qué tipo de experiencia brinda la caminata dentro
de un museo virtual? Se trata, sin duda, de una experiencia vicaria:
en el mejor de los casos, visitar un museo virtual consiste en
simular un desplazamiento físico en un espacio tridimensional
"transitable", mediante la manipulación de un
mouse (a través de cuyo movimientos es constantemente
redibujado el espacio representado en la pantalla) .Las caminatas
pueden ser ocasionalmente acompañadas de sonidos (música
ilustrativa o una pedagógica narración verbal)
o de recursos animados: videos o ilustraciones en movimiento.
Si el museo virtual reside en un soporte como el de Internet
(y no en discos movibles o CD-ROMS), es susceptible de ser actualizado
día a día desde la misma sede de la galería
virtual.
Uno
de los más entusiastas patrocinadores de la virtualidad
museística es un organismo de rancio abolengo: el International
Council of Museums (ICOM), institución federativa fundada
en el año 1946. Su página Web, lleva el nombre
de Virtual Library museums page (www.icom.org/vlmp) y
fue botada al mar de la red en el año 1994. De hecho,
la página de ICOM constituye una de tantas entradas a
la red de museos en Internet. Si se tiene en cuenta que la Virtual
Library museums page suma todos los días del año
por lo menos un nuevo museo a su inventario, se tendrá
una idea de la dimensión que exhibe la red de museos en
Internet.
ITINERARIOS CLÁSICOS
Desde su servidor principal (www.icom.org) que reside en la Universidad de Oxford y con
la ayuda de sus diez sedes espejo o mirror sites, repartidas
en cuatro continentes, la Virtual Library museums page
permite la visita a museos virtuales de todo tipo: galerías
de arte, museos para niños, museos de ciencia y de la
aviación, planetariums y también páginas
puente, como por ejemplo la página del Art Museum Network
(www.amn.org), que permite que el viajante cibernético
desemboque en decenas de museos regionales. Un itinerario al
azar a partir de ICOM puede disfrutar del más caprichoso
albedrío: podría escoger, por ejemplo, de entrada,
un tour bidimensional por los Museos del Vaticano (Musei
Vaticani: www.christusrex.org) para quizás detenerse en algunas de las
40 imágenes disponibles de Fabbrica de San Pedro
(y de allí, sucumbir a la tentación de asomarse
a la Capilla Sixtina). Inmediatamente podría enfilarse
hacia la Galería Uffizi, recorrer en realidad virtual
alguna de sus galerías y obtener una copia digital de
El nacimiento de Venus. Puede optar por visitar casi cualquier
gran museo del mundo: el Metropolitan Museum of Art (www.metmuseum.org)
, o aventurarse en la red de museos rusos (www.museum.ruldefengl.htm
) , o decidirse por una visita virtual a la Acrópolis
de Atenas (www.mechan.ntuagr/webacropol) para finalizar con una breve revisión
de las galerías holandesas (www:museumserver.nl/e_index.shtml),
comentadas en su idioma original.
En materia de galerías de arte exclusivamente, la lista
de museos que se abre a partir de ICOM resulta interminable:
en el Web reclaman su presencia desde los museos egipcios oficiales
(www.idsc.gov.eg/culture/mus) o japoneses (www.museumor.jp/vlmp) hasta una sociedad privada de artistas plásticos
vieneses (Künsterhaus: www.kunstart.co.at/kunstart); desde el Louvre (www.louvre.fr) cuya colección
puede ser revisada piso por piso, hasta nuestro Museo de Arte
Contemporáneo (www.moma.org) .
TRILOBITES EN EL WEB
También, y con más razón, habitan en el
Web los museos de ciencia, empinados sobre recursos tecnológicos
constantemente renovados y proyectados hacia el futuro. Una visita
al Natural History Museum (www.nhm.ac.uk), por ejemplo,
ofrece al visitante navegador la posibilidad de contemplar réplicas
virtuales de varios fósiles
prehistóricos, los cuales pueden ser escudriñados
desde todos los ángulos "físicos": y
con cualquier grado de detalle. El museo, de acuerdo con un ambicioso
proyecto que reúne a varios otros institutos similares
de la comunidad europea, inicia con ellos la construcción
de una galería habitada por objetos "que solamente
existan en la realidad virtual" La misma filosofía
optimista y participativa puede inferirse de las visitas al Deutsches
Museum de Munich (www.deutsches-museum.de) o el Science Museum de Londres (www.nmsi.ac.uk)
y a infinidad de otros museos virtuales. La realidad virtual
llegó a los museos para quedarse.
EL CD-ROM:
¿VIRTUALIDAD PORTÁTIL DEL FUTURO?
Tal como lo mostraba Fietta Jarque en el diario El País,
la experiencia del museo virtual comienza a estar al alcance,
cada vez más, de un mayor número de personas: rebasando
el problema del valor de la virtualidad misma -cada vez más,
dado por descontado- el problema comienza a enfocarse en el tipo
de soporte: los norteamericanos prefieren utilizar Internet,
los europeos (tomando en consideración algunas limitaciones
tecnológicas), han venido desarrollando el CD-ROM. y es
curioso que sean los españoles quienes, con más
contundencia, hayan apostado a la comercialización del
arte en soporte digital: "Goya", "Van Gogh",
"Los impresionistas", "La Capilla Sixtina",
son algunos de los títulos que una empresa comercial española
ofrece en el formato, eso sí, en grandes tirajes, para
ser adquiridos en los quioscos. y es que los museos virtuales,
como los museos de verdad, son una prolongación de ese
relativamente nuevo sueño democrático que arrebató
el placer de la posesión de los objetos significativos
de una cultura, de la contemplación del arte, a los príncipes,
a los coleccionistas, a los victoriosos en la guerra, para compartirlo
en sociedad. Así sea que esta democracia se viva, sólo
se viva en la virtualidad.
Frank Baíz Quevedo.
Narrador, ensayista, guionista
de cine.
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