|
III- '¿RAZÓN CULTURAL
VS. RAZÓN MERCANTIL?"
Leamos
cualquier texto de Adorno y Horkheitner en torno a la cultura
de masas, a la que ellos llaman Industria Cultural, y veremos
en el fondo el terrible pesimismo cultura (18) del que estuvieron
impregnadas sus reflexiones en torno a una forma -industrial
y técnica- de "hacer" cultura. Y después
de ellos se siguió interpelando a esa cultura para pedirle
aspectos que de por sí no podía y no puede cumplir.
En nuestro ámbito y entorno más cercano, es común
encontrar y leer textos como los que siguen:
- "Hay una manera de integrar la esencia
folklórica, como es el caso del Ballet de Antonio Gades,
en España, o el Ballet Folklórico de Rusia, o los
grandes músicos y compositores populares, pero no me digan
que la industria cultural es capaz de emprender un verdadero
apoyo a estos valores y manifestaciones culturales porque su
labor es otra: Masificar (...)" La industria cultural tiene
ganado un lugar al otro lado de esa línea que separa y
enfrenta el arte, la cultura, las ideas y el pensamiento a las
leyes del mercado, la banalización y la masificación'
(Juan Liscano, 1989).
- "La principal contribución
de la estética de la vulgaridad es la cultura de masas
o cultura popular, de la que el mundo norteamericano es la quintaesencia.
Las viejas nociones de hegemonía cultural y cultura elitista
no tienen el menor sentido en un mundo dominado por los grandes
medios de comunicación de masas y la comercialización
masiva del arte (...) El triunfo de la estética vulgar
es, en definitiva, el triunfo de la democracia aplicado al dominio
del arte y la cultura" (Juan Nuño, 1992).
- "La radio, la televisión,
el cine, las tiras cómicas, expresan de manera más
constante y eficaz formas y temas, y lo que es acaso más
grave, lenguaje, que no representa ninguna aproximación
a una cultura real y avanzada, sino la divulgación casi
mecánica de los productos de una subcultura creada por
influencias poderosas nacionales y extranjeras, y que terminan,
finalmente, por constituir una verdadera subversión de
valores" (Arturo Uslar Pietri, 1993).
En esas opiniones, y podemos encontrar otras más desde
lugares distintos, persiste la influencia de Frankfurt. Es la
queja contra la "banalización" de la cultura,
de la vida y del verdadero arte. Es la "ritualización",
como designara un Benjamín, del arte y su sacralización
no masiva, es la crítica contra la secularización
de lo cultural transformado en mercancía. Dirán,
siguiendo la herencia de Adorno, que esa subcultura se hace,
accesible al pueblo como los parques", ofrecida al disfrute
de todos, introducida en la vida como un objeto / mercancía
más, desublimada. Es la "caída de la cultura,
del arte (...) y una vez que la cultura ha sido degradada a bien
cultural, con su expresión filosófica de valor
cultural, se ha degradado su razón de ser(19). Con razón
Adorno llegará a decirle a Horkheimer, en una vieja conversación
recogida en algún texto, que "¡Hay que salvar
la Ilustración!".
El recientemente desaparecido Karl Popper, en diálogo
con otros filósofos como Marcuse, Lubasz, Alfred Schmidt,
Rudi Dutschke y Ralf Dahrendorf, se plantea hacia la Teoría
Crítica la crítica despiadada al decir que "La
verdad es que todavía entonces seguían considerando
la profecía histórica como el núcleo de
la teoría social, pero desconfiaban del futuro. Desconfiaban
de la humanidad (...) La llamada Teoría Crítica
carece de contenidos, no ofrece ninguna crítica sistemática.
Tan solo genera quejas u oscuros gritos de Casandra acerca de
los malos tiempos en que vivimos y acerca de la perversión
de la cultura burguesa" (Sub. nuestro) (20).
Lo que es poco usual, aún todavía, es descubrir
un párrafo tan luminoso y clarividente como el que sigue:
.
"Cuando una obra artística se transforma en mercancía,
el concepto de obra de arte no resulta ya sostenible en cuanto
a la cosa que surge. Tenemos entonces cuidadosa y prudentemente,
pero sin ningún miedo, que dejar de lado dicho concepto,
si es que no queremos liquidar esa cosa. Hay que atravesar esa
fase y sin reticencias. No se trata de una desviación
gratuita del camino recto, sino que lo que en este caso ocurre
con la cosa la modifica fundamentalmente y borra su pasado hasta
tal punto que, si se aceptase de nuevo el antiguo concepto (y
se le aceptará, por qué no?), ya no provocaría
ningún recuerdo de aquella cosa que antaño designara"
(Sub. nuestro) (21).
El texto, que por supuesto representa una postura diferente a
los anteriores, procura reflexionar -en palabras de W. Benjamín
(1936)- el surgimiento de una forma de hacer cultura que hace
que ella sea asumida perceptivamente de manera distinta a otras
formas culturales, y que además "procura(n) entender
determinadas formas artísticas, especialmente al cine
[N. de la R: podemos asumir, y lo debemos hacer, a los otros
medios de difusión masiva], desde el cambio de funciones
a que el arte en general está sometido en los tirones
de la evolución socia " (22).
El problema es que unos autores lo entienden desde la óptica
del pesimismo cultural y la "degradación" que
están sufriendo las producciones culturales actuales,
y el otro trata interpretar la irrupción de esas formaciones
culturales en los tiempos de la aparición del mercado
/ consumo como unos de los poderes organizativos de la vida actual.
Y el mercado trajo consigo los procesos de reproducción,
y este hecho modificó sustancialmente muchas concepciones
dentro de la vida y reflexión artística, por tanto
cultural.
En el fondo de las posturas subyace la confrontación entre
la cultura elitista, la "alta cultura",... y en fin
el "auténtico arte"; y la cultura de masas que
despuntó en la mitad del siglo XX y que hoy día
tiene a los "medios de comunicación" como sus
más modernos seguidores y propagadores. Al punto que son
esos mismos medios de cultura masiva los que están definiendo
una nueva etapa de la humanidad que algunos han dado en llamar
postmodernismo porque representan, en términos culturales
y en otros órdenes, un paradigma estético diferente.
De ahí entonces la insuficiencia adorniana para entender
ese paradigma, Nos está pidiendo además otro tipo
de reflexiones para poderle entrar en óptica perceptiva
(o lo que algunos han denominado "estética de la
recepción"), cognoscitiva y ¡vaya usted a saber...!
Porque a lo mejor como bien llega a decir el propio Benjamín,
en referencia al cine cómico americano, esa nueva estética
tecnificada "produce un efecto terapéutico al hacer
explotar lo inconsciente" (23).
Se trata de eso: un paradigma estético diferente que está
sumergido en la vida misma actual, y en especial en la de las
nuevas generaciones que, sin entrar a valorar con parámetros
moralistas, se mueven cada vez más con una estética
que en nada recuerda a aquel disfrute interior y en soledad de
tiempos atrás. Un disfrute, un placer que está
ligado a cualquiera de las escenas de la cotidianidad que podemos
observar a diario. Y entonces la pregunta angustiante que en
los últimos años nos venimos formulando: ¿tenemos
que negar disfrute y placer por ser éste, a lo mejor,
un tiempo del "desgaste", "del simulacro",
"del desencanto", "de la violencia", "del
bullicio", "del desarreglo"...? ¿Es que
acaso lo estético, la poesía, la belleza, el arte
tienen que estar ligados solamente a una concepción artística
de la cultura, y por ende de la vida y de la muerte? Y si bien
es realmente cierto, terriblemente cierto, no sé si ¿frustrantemente
cierto que "cincuenta millones de familias aisladas cada
una en su casa y mirando la televisión representan a la
vez la socialización 'externa' más avanzada que
se haya conocido jamás y de la desocialización
'interna', la privatización más extrema (24), con qué
derecho nos atrevemos a decir que allí hay "pérdida
de identidad", de "solidaridad" y a lo mejor de
"comunidad", e inclusive llegar a afirmar que se trata
de "un placer miserable" porque noche tras noche asistimos
a una cultura del espectáculo que nos aproxima a un mundo
simbólico -dentro de un "mercado simbólico"-
en donde podemos encontrar de todo en términos de estética
y cultura, en el orden de la producción artística
e inclusive del gusto y del propio placer, y a lo mejor podemos
hallar signos culturales promisorios producto de espacios simbólicos
de producción-recepción diferentes a lo que la
razón ilustrada y académica impuso y nos acostumbró.
Gianni Vattimo sostendrá que la cultura de masas tiene
un "chance destinal" y esto es debido, interpretando
a Benjamín, a partir de la experiencia estética
que ella introduce al salir al encuentro de un destinatario distinto
al creador, al transformar la praxis de relacionamiento con el
producto artístico en una praxis distinta: a saber la
política entendida en el sentido de la vida, del "juego"
dentro de ella. Es el propio texto de Walter Benjamín,
otro de Frankfurt aunque hay quienes dicen que no, el que nos
conduce por esa idea a partir de este abanico de citas. Citas
que reflejan una actitud más productiva en torno a la
relación cultura- arte-técnica-medio-público-recepción:
"La técnica reproductiva desprende lo reproducido
del ámbito de la tradición. Al multiplicar la tradición,
sustituye su existencia única por una existencia masiva.
Y al permitir a la reproducción de ir al encuentro del
individuo receptor en la situación particular en que éste
esté, actualiza lo reproducido. Ambos procesos conducen
a una tremenda conmoción de la tradición, que es
el reverso de la actual crisis y renovación de la humanidad.
Se encuentran en estrecha relación con los movimientos
de masas de nuestra época. Su más poderoso agente
es el cine. Su significado social, incluso y Primordialmente
en su forma más positiva, resulta inconcebible sin su
aspecto destructivo, catártico: la liquidación
del valor tradicional en la herencia cultural" (25).
0 este párrafo:
"Por primera vez en la historia del mundo, la posibilidad
de la reproducción técnica de la obra de arte emancipa
a éste de su dependencia parasitaria de ritual. La obra
de arte reproducida es cada vez más la reproducción
de una obra de arte concebida para su reproducción (...)
Pero en el instante en que deja de ser válida la norma
de autenticidad aplicable a la producción artística,
también queda transformada por completo la función
total del arte. Su fundamentación en el ritual es sustituida
por la fundamentación en otra praxis.. la fundamentación
en la política" (26).
Como vemos, es el discurso benjaminiano el que empezaba a intuir
lo que pasaría en el futuro contemporáneo con la
producción artística. Fueron esas predicciones
de tono filosófico, hoy convertidas en una realidad palpable
a cada instante, las que no quisieron admitir sus compañeros
de Frankfurt. La producción cultural masiva se sitúa
hoy día, cosa que ya admitió Benjamín, en
los modos de percepción y asimilación de ésta
por el público.
Es la presencia de lo cotidiano, como conocimiento y experiencia
de la vida, lo que Walter Benjamín toma para decirnos
que "penetramos el misterio sólo en el grado en que
lo encontramos en lo cotidiano por virtud de una obra dialéctica
que, concibe lo cotidiano como impenetrable y lo impenetrable
como cotidiano". Y será la cultura de masas, que
irrumpía significativamente con la nueva tecnología
que se llamaría comunicación, la que "hizo
visible la erosión de lo real de las culturas de clase
y el relativismo cultural adquirió verdadero impulso cultural"
como nos diría Agnes Heller.
Lo cotidiano es diverso, por lo tanto la cultura de masas está
impregnada de esa misma diversidad. Y solamente comprendiendo
esa diversidad, y entendiendo que la vida se juega en lo cotidiano,
es que seremos capaces de comprender la significación
de las culturas masivas para la gente. No como aquella otra cultura
de vanguardia que era sólo para una gente "capaz"
de (¿?) disfrutarla aunque sólo fuera por pura
moda. Hoy las industrias culturales han democratizado la
participación cultural con todo lo "bueno" y
lo "malo" de sus productos culturales / simbólicos...
pero al final la gente siente que les pertenece y los hace populares
por el puro placer de diversión, del olvido, de
ocupar el tiempo, de llorar junto con las estrellas o "para
transformar -como dice Monsivais- lo que ven en otra cosa y para
vivirlo de otra manera". Qué bien lo expresa Jesús
Martín Barbero cuando afirmara desenfadadamente "que
la envergadura cultural de los medios no se halla en la cultura-contenido
que difunden (único objeto de atención de la crítica
ilustrada) sino en el cambio cultural que ellos catalizan y potencian:
ése que conecta las nuevas difusas condiciones del saber
(carácter limitado del conocimiento y horizonte ilimitado
de la información) con las nuevas maneras de ver / narrar
(la profunda complicidad de la oralidad que perdura como experiencia
cultural primaria con la "oralidad secundaria" que
tejen las gramáticas tecnoperceptivas de la radio, el
cine, la televisión y el vídeo) y de ambos con
los nuevos modos de estar juntos, esto es con las nuevas maneras
de habitar la ciudad" (27)
III Y PUNTO FINAL
Y para
finalizar, nos ha parecido importante esbozar, aún cuando
sea esquemáticamente, una serie de retos o propuestas
de reflexión e investigación en relación
al tema, quizás resulten una serie de preguntas o "algo
parecido a unas conclusiones". Esas propuestas comportan
también "retos metodológicos" que es
necesario encarar.
El estudiar hoy día el tema de la cultura y su
relación con la comunicación, comparte el
punto en común de lo que se denomina "la mirada comunicacional"
de lo masivo industrial. De no hacer esa interrelación
de seguro entraremos en respuestas que no corresponden con la
realidad de la modernidad no sólo en América Latina,
sino en el mundo. Decimos esto por el "lugar estratégico"
que están ocupando hoy día los procesos comunicativos
masivos y los mismos medios que sirven de conducto a una gran
parte de esos procesos comunicacionales. Héctor Schmucler
y Patricia Terrero (Argentina, 1992) llegan a decir que la cultura
urbana, paradigmático de la civilización contemporánea,
remite a la cultura mediática: "Por más de
una razón -dicen textualmente- podríamos sugerir
que el mundo urbano actual tiene, a su vez, un núcleo
central de significación en la llamada comunicación
masiva. Más precisamente, en los medios masivos de comunicación
cuya presencia es tan determinante que caracteriza al conjunto
de la vigente. No resultaría demasiado caprichoso pensar
que hoy, hablar de la cultura urbana -es decir, de la cultura
que cubre buena parte del planeta- es referirse a la cultura
mediática".
- Pero asumir esa interrelación,
como premisa de arrancada, implica deslastrarse de los juicios
valorativos a priori que se tengan acerca de la cultura masiva
industrial de los grandes medios, o simplemente de la cultura
masiva. Esto es de significativa importancia porque ya sea que
se asuma la tendencia culturalista en cualquiera de sus acepciones,
o cualquier otra tendencia, sino somos capaces de ver que los
medios y sus construcciones mediáticas no son más
que mediaciones de diversidad de procesos entre los sujetos sociales
y sus realidades, no podremos dar cuenta cabal de lo que realmente
los medios están haciendo con la gente y lo que la gente
está haciendo con los medios.
- Dicho está entonces, que la cultura
masiva de los medios es la "cultura hegemónica"
por cuanto copa mayoritariamente el espacio del tiempo libre
de la gente. Desde ahí habría que preguntarse por
los nuevos imaginarios culturales que se están fabricando
en términos de relación recíproca entre
los medios-emisores-productores y los perceptores, en las dos
direcciones, y nunca en una sola.
En ese sentido reproducimos un texto del sociólogo Jorge
A. González (1993) de México cuando afirma que
"las implicaciones entre productores y públicos
conforman precisamente lo que es un género: una estrategia
de comunicabilidad que se comparte y en la que es posible reconocerse.
Por ahí también hay una constante menos mundial
que clasista y sexual. De estas dos primeras cuestiones y sus
modos de aterrizaje en las localidades vivas, con nombre y apellido,
casi nada sabemos. Las puras cifras de ganancias de las transnacionales
del ensueño, difícilmente nos permitirán
comprender lo que en el coloquio llamamos las repercusiones locales
de las crisis (¿Cuál crisis?) ¿Por donde
empezarnos? La formación de un público apto para
soplarse cualquier cosa que se parezca a lo ya visto, con un
poquito de inventiva, sobre todo en los efectos especiales o
en las mutilaciones corporales, no es cosa despreciable. Pero
¿ese público que en realidad son muchos, se defiende?
¿Hace algo con lo que ve? ¿O se lo traga para pedir
después más de lo mismo?" (Sub. nuestro).
- La otra cuestión relevante tiene
que ver con el tema de moda en las reflexiones actuales: la modernidad.
¿Cómo entender, desde la vertiente comunicacional
masiva de los grandes medios y su cultura de masas, la modernidad
desde la periferia que es América Latina? Y volvemos a
interrogarnos, junto con Jorge A. González (México,
1993), al formularnos las siguientes preguntas: "¿Cómo
se realiza la gestión pueblerina de la "modernidad'?
¿Qué pedazo de ella nos estarnos refinando cotidianamente?
¿De qué manera hacemos las cuentas con ella? ¿Rechazamos
todo para permanecer aislados? ¿Acabamos las fachadas
de las casas y llevamos serenata con el radio a todo volumen?
¿Nos soplamos la densidad densa del aburrimiento decantada,
de la soledad en compañía? 0 mejor nos aventamos
de clavado en el sueño de la modernidad".
- Habría que preguntarse por la confluencia
de signos culturales, pero predominantemente masivos, en nuestras
cotidianidades, en nuestra "sociología de lo vivido".
Es más, las nuevas generaciones se identifican mayormente
en términos de identidad con esos signos que con aquellos
que le han dicho hasta el cansancio que les pertenecen por herencia
patria o de nacimiento. Aquí entramos en el problema de
la identidad como discurso cargado de cierta nostalgia, por lo
que perdimos, pero hay otra lectura de la identidad que surge
de las realidades culturales mezcladas y entremezcladas, mestizadas
o hibridadas, semantizadas y resemantizadas en lo cotidiano y
en donde los medios nos hacen percibir de otra manera. Si se
quiere fragmentada de culturas distintas y de campos culturales
distintos, como a retazos.
- Todas estas ideas fraccionadas y a lo
mejor poco hilvanadas, nos llevan a plantearnos lo que Martín
Barbero (Perú, 1992) afirma acerca de "los nuevos
modos de abordar el estudio de la comunicación en América
Latina. Los nuevos lugares desde los cuales estamos tratando
de interrogar a los procesos de comunicación masiva, La
pregunta básica sería esta: ¿Qué
origina la fuerza social de los medios de comunicación?,
¿Qué es lo que hace la fuerza de los medios? (...)".
0 quizás, desde una perspectiva de formulación
de políticas, el autor se pregunta: "¿Pueden
llamarse políticas de comunicación, aquellas limitadas
a reglamentar los medios y a controlar sus efectos sin que nada
en ellas apunte a la atomización ciudadana, a contrarrestar
la desgregación y el empobrecimiento del tejido social?,
¿y pueden llamarse políticas culturales, a aquellas
que se limitan a contrarrestar el pernicioso influjo de los medios
masivos con la difusión de obras de la auténtica
cultura, sin que nada en esas políticas active la experiencia
de las comunidades, su utopía, su propia cultura política,
es decir su reconocimiento como sujeto social?".
Hoy día nos cuesta imaginar y seguimos repitiendo viejas
prédicas, que por muy ilustradas que ellas resulten, suenan
a vacías y poco imaginativas ante los tiempos que corren
y las cosas que pasan. Quizás nos sirvan de "pensamiento
tranquilizador", como a manera de cierta nostalgia ante
lo que fue la cultura y no lo es más, ante lo que pudiera
ser la Comunicación y no es. Y los remordimientos nos
aquejan en este "Fin de Siglo". El problema no es ni
de la Cultura ni de la Comunicación, es nuestro y solamente
nuestro, porque no hemos sido capaces de entender lo que una
mujer sencilla y común le expresaba al intelectual:
... un escritor de ensayos y novelista, le explicaba acerca de
las "operaciones de manipulación y alienación
de las que está siendo objeto" a la "pobre mujer"
aficionada a la telenovela, a los "teleculebrones"
como los propios intelectuales las llaman, que además
la ve llorar y sufrir con los actores-personajes. Que siente
que se angustia profundamente con lo que a hombres y mujeres
que transitan frecuentemente frente a la pantalla televisiva
les pasa: primero a las 12 m., luego a la 1:00 p.m. y después
a las 3:00 p.m. vuelven a las 9:00 p.m. y se repiten (a veces)
a las 10:00 p.m., inclusive los sábados. Le dice que todo
es truculencia, que esos lloros y escenas de tragedia son pura
ficción... Y la mujer, ya no tan pobre, se le voltea seria
y con el ceño fruncido lo interpela: "Usted no se
da cuenta, y no parece inteligente, que ésta es mi hora
de llorar, que es el momento para llorar y angustiarme, y para
sufrir......
Es algo más complejo que la alienación y la manipulación
de las conciencias...
NOTAS Y REFERENCIAS
(1) Rama, Angel: "La ciudad escrituraria". En el texto
de él mismo: La crítica de la cultura en América
Latina. Biblioteca Ayacucho. Venezuela, Caracas, 1985. Página
3.
(2) Barbero, Jesús Martín: "Dinámicas
urbanas de la cultura". En el folleto: Mediaciones urbanas
y nuevos escenarios de comunicación, Editado por FUNDARTE
dentro de la Cátedra Permanente Imágenes Urbanas.
Venezuela, Caracas, 1994, Páginas 13 y 14.
(3) Brunner, José Joaquín: "Tradicionalismo
y modernidad en la cultura latinoamericana". En el texto
colectivo (varios autores): Entre Públicos y, Ciudadanos.
Editado por Calandria, Asociación de Comunicadores Sociales.
Perú, Lima, 1994. Página 64.
(4) Referido por J. Habermas en 1982 en la publicación
periódica New German Critique, Nº 26. Tomado del
texto de Beritain, Jesetxo: Representaciones colectivas y
proyecto de modernidad, Antrhopos. España, 1990, Página
140.
(5) Adorno, T. W.: y M. Horkheimer: Dialéctica de la
Ilustración. Fragmentos filosóficos, Editorial
Trotta. Página 146 y ss.
(6) Rositi, Franco: Historia y teoría de la cultura
de masas Editorial Gustavo Gili. España, Barcelona,
1980. Página 30 y ss
(7) Citado por Nuño, Juan: "¿Cultura popular
o enlatada?", en el Suplemento cultural de Economía
Hoy (Domingo Hoy) del 17 de abril de 1974. Página
23.
(8) Wellmer, Albrecht: Sobre la dialéctica de modernidad
y postmodernidad. Editorial Visor. España, 1993. Página
47 y ss.
(9) Martín Barbero, Jesús: De los medios a las
mediaciones. Ediciones Gustavo Gili. México, Barcelona,
1987. Página 43.
(10) Citado fragmentariamente por Mardones, José María:
Capitalismo y religión. Editorial Sal Terrae. España,
1991. Páginas 171 a 176. El autor trabaja los siguientes
textos de Bell, Daniel: 1) "Modernismo y Capitalismo",
en Partisan Review 2 (1978) y, 2) Las contradicciones culturales
del capitalismo. Alianza Editorial. España, Madrid 1977.
11) Pasquali, Antonio: Comunicación y cultura de masa
. Ediciones de la Biblioteca de la Ü.C,V.. Venezuela, 1963.
Hay una edición, a su vez reeditada, de Monte Avila Editores.
Caracas, 1972.
12) Entrevista al Profesor Antonio Pasquali realizada por un
grupo de alumnos de la Escuela de Comunicación Social
de la U.C.V.. Reproducida en los Cuadernos APUNTES, Cuadernos
de la Escuela de Comunicación Social de la U.C.V. N- 22:
"Antonio Pasquali: los desafíos de la comunicación".
Página 47 a 56. Venezuela, 1991.
13) Silva, Ludovico: Teoría y Práctica de la
ideología. Editorial Nuestro Tiempo. México,
1974. Especialmente las páginas 152 a 222.
(14) Adorno, Theodor: La industria cultura . Editorial
Galerna. Buenos Aires, 1967. Página 9.
(15) Adorno, Theodor y M, Horkheimer: "La industria cultural:
ilustración como engaño de las masas", en
Sociedad y comunicación de masas (varios autores).
Fondo de Cultura Económica. México, 1977. Páginas
393 y 394.
(16) Adorno, Theodor: "Prólogo a la televisión",
en Intervenciones. Nuevos modelos de critica, Monte Avila
Editores. Caracas, 1969. Página 63.
(17) Martín Barbero, Jesús: De los medios a
las mediaciones, Op. cit. en (9). páginas 49 y ss,
(18) El filósofo Ralf Dahrendorf en Un diálogo
con otros filósofos y pensadores (recogido en el texto
Haberrnas, Jurgen y otros: Herbert Marcuse. Editorial
Gedisa (Serie Conversaciones). España, (1980) "llega
a apuntar que "a mis ojos Adorno era un moderno pesimista
de la cultura, muy alemán en toda su orientación,
muy antiindustrial y antimoderno, un soñador de un mundo
incorrupto".
(19) Ver el ensayo de Adorno y Horkheimer: "La industria
cultural: ilustración como engaño de masas".
Op, c!L en (15). Acaba de aparecer una excelente versión,
revisada y recreada lingüísticamente y filosóficamente
por Juan José Sánchez, en la Editorial Trotta,
España, 1994, Ver cita (5).
(20) Habermas, Jurgen y otros: Herbert Marcuse. 0p. cit, en (18),
Páginas 159 y 160.
(21) Citado a pie de página por Benjamín, Walter:
"El arte en la época de su reproducción mecánica".
Este ensayo breve, pero extraordinario por su lucidez al adelantarse
a los tiempos, lo podemos encontrar en nuestro medio en dos fuentes:
Discursos interrumpidos, Editorial Taurus. Madrid, 1974.
0 también en Sociedad y comunicación"
masas (varios autores). Op. cit. en (15). Páginas 433
a 459. La cita en partícular la hemos tomado de esta última
fuente. Página 442.
(22) Ibid. Página 459
(23) Citado por Wellmer, Albrecht: Sobre la dialectica de
modernidad y postmodernidad. op. cit. en (8) Página
47.
(24) Castoriadis, Cornelius: "Transformación social
y creación cultural", en la Revista Comunicación
Nº 81. Primer Trimestre de 1993. Editada por el Centro Gumilla.
Caracas, 1993. Página 22.
(25) Benlamin, Walter: "El arte en la época de
su reproducción mecánica", Op. Cit. en
(21). Páginas 437 y 439.
(26) Benjamín, Walter: "El arte en la época
de su reproducción mecánica". Op. e¡
. en (21). Páginas 437 y 439.
(27) Barbero, Jesús Martín: ( "Mediaciones
urbanas y nuevos escenarios de comunicación"). En
el folleto Mediaciones urbanas y nuevos escenarios de comunicación-
Op c . en (2). Página 39.
|