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III
Estudio de Casos
PUBLICO Y MUSEOS
Algunas Reflexiones y Experiencias
Carmen Teresa Soutiño
Egresada como
Arquitecto de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1987.
Estudios en la Escuela de Letras, Universidad Central de Venezuela.
Fue jefe del Departamento de Educación de la Galería
de Arte Nacional. Se ha desempeñado como Curadora de exposiciones
en la galería de Arte Nacional y en FUNDARTE.
Los
aspectos que definen y envuelven la relación público
-museo ha sido principal motivo de reflexión e investigación
para un vasto número de estudiosos de la comunicación
en los museos. También ha sido ésta una de las
principales inquietudes de los directivos de estas instituciones
y de las personas que, en el nivel de la gerencia, tienen a su
cargo las actividades de proyección museística.
Evidentemente, las instituciones que tienen como misión
la difusión de la cultura, en cualquiera de sus manifestaciones,
tienen la obligación y aún más, la necesidad
de conceptuar y operacionalizar la comunicación institucional.
El presente trabajo pretende explicar brevemente, sin pretender
con ello dar ninguna receta, cómo ha sido, para los que
trabajamos en la Galería de Arte Nacional, el acercarnos
a las diversas áreas de reflexión relacionadas
con el problema de la comunicación en los museos, elemento
básico en la relación que se establece entre el
museo y su público.
Hemos partido para esta reflexión sobre la consideración
de los elementos esenciales que constituyen la razón de
ser de una institución museística, los cuales deben
ser tomados en cuenta a la hora de plantearse el problema de
la comunicación del museo. Estos elementos incluyen desde
las exposiciones que los museos realizan , principal medio de
comunicación que estas instituciones poseen para llevar
a su público la información que desean transmitir,
hasta las acciones que se realizan a través de los medios
de comunicación masiva y de las estrategias y acciones
educativas que se establecen de manera directa con el visitante.
Como es del conocimiento de todos, los estudiosos distinguen
esquemáticamente cinco componentes en el acto de la comunicación:
el referente, el emisor, el receptor, el mensaje y el canal o
medio. También sabemos la dificultad que entraña
el dar una definición de cada uno de estos componentes,
pues de lo que hablamos a la hora de referirnos a ellos no son
de entes abstractos, sino de los aspectos que conciernen a la
vivencia y razón de ser del hombre, de las leyes y arbitrariedades
que conforman su mundo. Haciendo conciencia de la complejidad
de este esquema y tomando esa misma complejidad como el hecho
que lo acerca más al universo humano, hemos partido de
él como punto central para comenzar nuestro estudio en
cuanto a la relación que queremos establecer entre nuestro
público y nuestra institución. ¿Qué
queremos lograr como museo? ¿cuál es el sentido
de ser de nuestra institución dentro de la comunidad?
¿hacia quienes debemos dirigir nuestro mensaje? ¿cómo
es la mejor manera de comunicarlo?
En nuestro caso hemos querido partir de aquello que define esencialmente
a una institución como la nuestra, lo que le da su razón
de ser: su colección de obras de arte; y su deber
de conservarla, difundirla y estudiarla. Teniendo como referencia
este hecho nos hemos atrevido a considerar la obra de arte como
imagen no sólo estética, sino como aquel objeto
en el cual el artista ha logrado recoger, de forma eterna y única,
la vivencia de lo absoluto y cuyo conocimiento y descubrimiento
surgen cada vez como una imagen nueva y única del mundo
al ser confrontada en diferentes épocas, en diferentes
contextos. Por ello partimos de la premisa de que los contenidos
de la obra de arte transmite a un público se consideran
como mensaje; no sólo desde la perspectiva de su
valoración como hecho estético, sino también
en función de un análisis de contenido más
amplio que incluye tanto la diversidad de los elementos que las
obras comunican como los que son aportados por todo el contexto
del acto de comunicación museística. Aquí
me refiero tanto a los contenidos temáticos, históricos,
técnicos, cronológicos y culturales que pueden
hacer que el público ubique y sitúe las obras expuestas
dentro de un contexto, como la información visual y auditiva
que rodea y apoya la puesta en escena de estas obras.

Hacia quien va dirigida nuestra labor, la manera de comunicar
para hacer accesible los sentidos o significados del mensaje
o mensajes contenidos en una obra de arte, y los distintos medios
a través de los cuales éstos son transmitidos:
las exposiciones en primer grado, y las publicaciones y los medios
de comunicación, en una segunda instancia, son los puntos
de partida que hoy en la Galería de Arte Nacional hemos
tomado en cuenta para el estudio de la relación entre
el público y el museo.
La primera pregunta que nos surgió fue conocer si el público
(receptor), ése por el cual estamos hoy aquí
congregados, tiene necesidad de nuestro trabajo (emisor),
y cuáles son las expectativas acerca de lo que hacemos.
Hasta los momentos habíamos trabajado de manera unidireccional.
Nuestra misión institucional: conservar, investigar
y difundir las obras de arte venezolano de todos los periodos
y tendencias, había sido llevada a cabo teniendo como
receptores a un público general, abstracto, dado por conocido
de antemano, hacia el cual desempeñábamos las funciones
esenciales de nuestro trabajo: la ejecución de exposiciones
con sus textos de sala, sus catálogos y su difusión
por prensa. Sin embargo, el hecho de buscar maneras alternativas
para compensar las fallas de un deficiente sistema educativo,
la necesidad de sitios módicos para el entretenimiento
así como la diversidad y alcance de la información
suministrada por los medios tecnológicos de comunicación
masiva, han hecho llegar a nuestros museos nuevas categorías
de público que nos obligan a redimensionar la forma tradicional
de mostrar y comunicar el arte.
Esto ha originado que nos preguntáramos ¿Cómo
realizar exposiciones, materiales y prestar servicios museísticos
cuyos contenidos sean accesibles y pertinentes para este vasto
universo de desconocidos? Ello ha llevado a la necesidad de proponer
como una de nuestras principales políticas institucionales
que toda actividad museística que llegue al público
debe estar concebida, planificada, ejecutada y evaluada como
acto de comunicación. Es este enfoque del museo, como
medio ideal para la relación entre la obra de arte y el
público, lo que nos ha puesto a priorizar, dentro de nuestras
dificultades actuales, el rol que la comunicación cumple
tanto dentro de la institución misma como en las relaciones
de la institución con esa comunidad, comenzando a ser
conocida, que es su público.
Hemos comprendido que los mensajes emitidos por los museos, en
vez de deambular por el universo de visitantes, sin un rumbo
fijo, deben apuntar certeramente a los receptores y a sus intereses
y gustos. En este sentido, hemos comprendido también que
una vez que el público entra al museo y que se encuentra
frente al material expositivo comienza el proceso de mutuo conocimiento
entre público y museo.
CÓMO IDENTIFICAR AL PÚBLICO CON EL QUE EL MUSEO
DESEA COMUNICARSE
En
primer lugar, hemos considerado esencial para el proceso de formulación
de una política de comunicación en los museos,
identificar los grupos con los cuales los museos desean comunicarse
y aquellos que desean comunicarse con él. Cómo
hacerlo ha sido el segundo paso. Para ello debemos partir de
la esencia de la institución, de su perfil: sabemos que
en el caso de la Galería de Arte Nacional, el hecho de
ser el museo del arte venezolano de todos los períodos
y tendencias nos hace tener una repercusión no sólo
en el contexto nacional sino también en el internacional.
En las obras de nuestra colección atesoramos un legado
valioso de la historia no sólo del arte, sino social,
económica, emocional de nuestro país. En tal sentido,
nuestro trabajo abarca áreas que van desde un conocimiento
académico hasta la integración en nuestros espacios
con otras área del saber: la literatura, la sociología,
la historia, la geografía.
Ello nos ha hecho tener conciencia de la diversidad tan vasta
del público al que podemos y quizás tenemos la
obligación de servir. Es evidente entonces que existirán
muchos grupos, de diferentes características, y que para
todos habrá que elegir y seleccionar aspectos específicos
de información sobre las colecciones y sobre el campo
del arte específico que deberá ser procesada a
los fines de su comunicación efectiva a esos distintos
tipos de público.
Este proceso es muy parecido a una estrategia de mercadeo, entendiendo
éste como esa vieja actividad del hombre mediante la cual
intercambia desde conocimiento hasta lo más elemental
o básico: comida. Es, en realidad, una estrategia de mercadeo
de la colección del museo, o de la obra de un artista,
sólo que no se trata de "vender" en un sentido
comercial, pero si se trata de "vender" en el sentido
de seducir, persuadir, de convencer y de conmover. Aquí
estamos tratando de identificar segmentos de "mercados"
y de satisfacer su curiosidad, su deseo de disfrutar y de conocer
el arte.
Hemos considerado la posibilidad de ayudarnos con metodologías
sencillas desarrolladas por los investigadores de mercado, las
cuales pueden ser modificadas y adaptadas a las necesidades y
objetivos del museo. Éste ha sido el primer paso en nuestro
camino hacia el encuentro de nuestro público.
Es de destacar que la labor del área de proyección
museística es de apoyo fundamental en este aspecto. Partiendo
del concepto de museo como una institución de servicio
hacia una sociedad, hemos comenzado a hacer una evaluación
de nuestra acción para identificar a ese público
y sus necesidades. Comenzamos por el público atendido
en nuestras áreas de visitas guiadas, talleres y el área
de investigación educativa desarrolladas por el Departamento
de Educación, áreas que tienen como objetivo primordial
lograr el acercamiento del público al hecho estético
de una manera dinámica, participativa y creativa. Detectamos,
en este sentido, la afluencia de un numeroso público de
escuelas que solicitan nuestros servicios, lo que ha hecho que
tomemos conciencia de la esencial labor educativa que se nos
está reclamando hoy día.
Conformado por la dualidad docente-alumno, fue éste entonces
el primer público con el cual decidimos establecer una
comunicación más directa a fin de intercambiar
opiniones y conocer sus inquietudes, Uno de los aspectos más
importantes que deseamos conocer era el hecho de por qué
visitaban nuestra institución; los docentes, en su mayoría,
respondieron que venían al museo para tener un contacto
o acercamiento con el arte y por lo que llaman práctica
docente. Al consultársele sobre qué podía
hacer el museo para mejorar su experiencia, la mayoría
de ellos contestó que debería haber mayor información
en prensa o en los medios de comunicación, y enviar el
programa de las exposiciones a los colegios. Para muchos de los
docentes, sin embargo, el museo no necesitaba hacer nada, el
trabajo que realizaba estaba bien. En cuanto a los niños,
éstos habían venido porque era una salida del colegio,
el 100 % de ellos había disfrutado su visita y lo que
más le había gustado eran las obras de arte y los
talleres que habían realizado.
En un primer momento, las consultas realizadas a este público
nos han permitido detectar una necesidad mayor de comunicación
directa con las escuelas, de atender más a sus intereses,
Ello nos ha hecho crear recientemente el programa "La Escuela
y la Plástica en la GAN" con el fin de ir estrechando
más directamente las relaciones y el intercambio con este
público, al elaborar ya no sólo los catálogos
de las muestras sino otros materiales que conecten los contenidos
presentes en las muestras con el de sus objetivos en el aula,
haciendo de su visita a nuestros espacios una experiencia mucho
más grata, confortante y enriquecedora para el desarrollo
integral tanto del niño como del docente.
Otro sector del público que hemos trabajado es el de nuestro
taller permanente de expresión plástica, actividad
que durante un año hace de la Galería un lugar
de encuentro para abordar el arte y lograr el desarrollo de las
inquietudes de expresión del niño, Quisimos evaluar
cuál era la repercusión e importancia que tenía
el hecho de que durante un año el niño pudiera
tener contacto directo con las obras de arte de las exposiciones,
y a partir de este contacto se les brinden las herramientas para
que ellos puedan crear sus propias obras, puedan expresarse a
través de un objeto tangible: un dibujo, una pintura.
Nos dimos cuenta de que el público aquí involucrado
no estaba conformado por los niños sino también
sus padres, que la acción del museo en este ámbito
estaba dirigida directamente hacia el contexto familiar. Los
resultados nos han demostrado que la labor del museo en este
aspecto es esencial.
Algunas de las preguntas realizadas a los representantes acerca
de qué lo motivaba a inscribir a su hijo en el taller
la mayoría de ellos contestaron que era una manera de
ofrecer a sus hijos acceso al arte y de esta manera llenar el
vacío que dejaba nuestra educación básica
con relación a tan importante área del conocimiento;
otros padres respondieron que habían inscrito a sus hijos
para acercarlos al conocimiento de las artes plásticas,
estimular su sensibilidad y compartir con ellos el disfrute y
el interés por visitar museos. Cuando se les preguntó
si consideraban necesarios los talleres de arte en el museo,
el 100 % contestó que sí, que éste era el
ambiente ideal en el cual se daba el contacto directo con las
obras y la posibilidad de conocer a los artistas. Sobre las repercusiones
y beneficios de los diferentes aspectos que sus hijos habían
aprendido en el taller el 100 % de los representantes contestaron
que estos habían generado en su hijo un mayor crecimiento
interior, tener un mejor desenvolvimiento y hacerlo un ser más
creativo, aprendiendo a expresarse mejor,
Son estos dos de los tipos de público con los que ya hemos
empezado a trabajar, no ya de manera intuitiva, sino con pleno
conocimiento de sus intereses. Comenzamos a reflexionar sobre
el hecho de lo que significa ser un lugar de alternativas a la
educación formal. Nuestro público ha expresado
esa palabra: alternativas. Sabemos que la educación que
se da en nuestros espacios no es sólo una educación
académica que se imparte a través de conocimientos
abstractos, sino que se basa esencialmente en el contacto directo
con obras de arte que convierten esto en experiencias vitales
que no pueden darse en otro contexto. La labor educativa que
parte del museo abarca un radio de acción que va desde
el juego con las obras de arte, la fabulación
de historias sobre ellas, del crear cosas que son gestadas en
el momento de ese acercamiento, como por ejemplo, al observar
el movimiento en una obra de Jesús Soto o sentir nuestra
heroicidad al contemplar , recrear y fabular a partir de las
batallas y héroes plasmados en las obras de arte.
CONCLUSIÓN.
UN EMPEZAR A CONOCERNOS
Para
concluir y dejar este problema abierto, hemos comprendido que
desde una política hasta un Plan de Comunicación
hay un recorrido trabajoso de reflexión y análisis,
pero ha sido una necesidad el hacerlo y ha comenzado a rendir
sus frutos.
Para muchos museos el mercadeo de sus servicios no es una actividad
nueva. Muchas de las personas que integran sus equipos de trabajo
tienen experiencia en este tipo de actividades, pero no está
de más recordar que la publicidad es una cosa y mercadeo
es otra. El mercadeo es una herramienta de negocios que coloca
al consumidor en el centro de un proceso de decisiones de compra,
las cuales el investigador de mercado identifica, anticipa y
satisface las necesidades de un grupo de personas y esta información
es utilizada por la publicidad, en función del hombre
de negocios que produce o vende los productos o servicios, al
grupo.
En los museos, y en nuestro caso, hemos sentido la necesidad
de utilizar esta herramienta de negocios para identificar y conocer
a nuestro público. Pero, hemos comprendido que no nos
basta con decidir hacer "un estudio de mercado". En
nuestro caso se trata también, claro está, de identificar
audiencias, de saber cuáles son sus gustos e intereses,
y de satisfacerlos, pero este proceso ha sido también
aprovechado para conocernos más a nosotros mismos como
instituciones de servicio público, como educadores, como
comunicadores, como curadores, como conservadores, como investigadores
y como todas las "personas" institucionales que somos
los museos.
Una vez, en los sesenta, dijo Peter Brook refiriéndose
al acto teatral, que para que éste ocurra no basta un
escenario con un actor y un espectador. Brook aclara que son
necesarios al menos dos espectadores y un actor ya que la comunicación
que se da entre los espectadores es también un componente
esencial del acto teatral. Pudiéramos extrapolar esta
afirmación de Brook, y decir que el acto expositivo no
se de sólo cuando se encuentran la obra y un espectador,
podemos afirmar, también, que es necesaria la comunicación
entre dos espectadores en el acto de ver, disfrutar y entrar
en conocimiento con y de la obra de arte que también es
necesaria la participación de un conjunto de componentes
asociados a dicho acto. El museo debe llegar a conocer a fondo
esta dinámica de comunicación y los contenidos
que transmiten y que se pueden devolver como valiosa información
para el museo en este acto y en este momento.
No resulta sencillo formular una propuesta acerca de cómo
podemos llegar a conocer ese complejo mundo de interacciones
entre público de museo y obras de arte; pero hemos comprendido
que empezar a hacerlo es nuestro primer paso en la dirección
de alcanzar, en alguna medida y de alguna manera a ese público
que como ya hemos comenzado a saberlo no es tan distinto de nosotros
mismos.
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