|
Visitar museos puede ser un hábito,
una práctica ocasional o una experiencia desconocida.
En México, se confirmó que es una práctica
minoritaria. La desigual distribución de la educación
formal y los ingresos coinciden con los desequilibrios entre
la oferta y el consumo cultural. Esto no basta para explicar
las distintas elecciones, gustos y estilos de comportamientos
encontrados en estratos económicos y educativos similares.
Néstor García Canclini concluye que para llegar
a este nivel de conocimientos se requieren estudios que consideren
con más atención las características de
la vida cotidiana de los sujetos: sus ritmos de vida y ocupación,
sus obligaciones familiares, las tradiciones de grupo, las relaciones
comunitarias, tanto como su edad y sexo.
Dentro de esta tendencia, lo que se considera posible evaluar
es la imagen pública de los museos (entre pobladores en
general), la relación entre la dimensión ritual,
comunicacional y educativa del museo a través del análisis
de la museografía y la relación de los museos con
los públicos por medio de sus percepciones y evaluaciones.
La evaluación se hace con apoyo en técnicas cualitativas
y cuantitativas (recopilación biblio-hemerográfica
y documental, análisis museográfico y de las actividades
complementarías, entrevistas con el personal del museo,
observación de los públicos, entrevistas y encuestas).
El resultado de tales investigaciones lleva a formular sugerencias
concretas.
En otro plano se ubican los diagnósticos de población,
preliminares a la planeación del museo. Su objetivo es
trazar sus lineamientos, edificio, contenidos y enfoque, en acuerdo
con la población. No se trata de "complacerla",
sino de detectar los posibles conflictos que podrían entorpecer
su participación en el museo o su uso del mismo.
Con una combinación de herramientas etnográficas
y sociológicas, es posible conocer la composición
socioeconómica y cultural de esa sociedad, sus demandas
y expectativas, su nivel de identificación del y con su
patrimonio cultural o natural y en qué medida el museo
llegaría a contribuir con el desarrollo cultural y aún
económico de la comunidad. En equipo realizamos en 1992
un diagnóstico de esta naturaleza para el Museo de las
Culturas del Norte en Paquimé, Chihuahua.
Desde la etnografía o la socio- semiótica de la
recepción (que aún no existe)
Tanto en Estados Unidos como en Francia sobre todo, se han realizado
estudios macrosociológicos de públicos de museos
y de los comportamientos culturales en general. Saben quiénes
frecuentan los museos y cómo incide en ello el nivel de
instrucción, la extracción social y el poder adquisitivo.
Conteo y encuesta llevan a redundar en lo conocido.
Ante este hecho, surgió la necesidad de ir más
allá y preguntarse cómo vemos realmente una obra,
un objeto, un panel, cómo se despierta o se frustra la
curiosidad, cómo se construye o no la comprensión,
cómo se manifiesta el placer o el aburrimiento (Verón,
Levasseur: 1991). Es decir, entrar de lleno al plano cualitativo.
En la investigación realizada por Verón y Levasseur,
contando con la experiencia previa de Barbier-Bouvet, el objeto
de estudio fue el comportamiento y las actitudes tanto hacia
una exposición en particular como hacia el consumo cultural
en general.
Y, sobre todo, seguir construyendo la metodología y las
bases teóricas de este tipo de estudios para que se puedan
utilizar en otras exposiciones.
El método de trabajo fue principalmente etnográfico,
luego sociológico y semiológico:
1. Cuatro semanas de observación sistemática, directa
y con cámara video oculta, registrando absolutamente todo
lo registrable: la manera en que los visitantes recorrían
la sala, dónde se detenían, qué espacios
y objetos omitían, qué secuencia seguían,
cuál resultaba ser la duración de la visita, los
comentarios, etc. Esto condujo a una topología de visitas
a partir de las cuales pudieron construir hipótesis más
afinadas.
Es indispensable entonces construir una reja de lectura previa
para encontrar algo más que anecdótico, algo del
orden del sentido, y luego sistmaticidad durante el proceso.
Dos maneras de observar: seguimiento de recorrido y el punto
fijo. La cámara enfocaba sucesivamente tres sectores diferentes
de la sala para ver el comportamiento de todos los que pasan
por cierto sector. Esto permite evaluar los efectos de un exhibidor
o de fragmentos de montaje museográfico. El encuestador
observaba la secuencia producida por el visitante, el discurso
que él construía. Intentaron también grabar
las conversaciones y comentarios de los visitantes, pero no pudieron
solucionar el problema técnico del ruido ambiental y creen
fundamental lograrlo para hacer un análisis de contenido
no clásico. Más bien un análisis del fragmento
y su respectiva teoría.
Un estudio por observación sistemática realizado
en algunas salas del Louvre (Barbier-Bouvet: 1980) llevó
a descubrir una dialéctica de la diferencia: introducir
una discontinuidad en un conjunto crea a menudo una corriente
de atención atribuible al diseño museográfico
más que a las obras: ruptura de formato, de género,
de posiciones y direcciones de escultura.
También hallaron la dialéctica del disimulo, es
decir que para atraer la atención sobre un objeto no es
necesario ostentarlo, sino casi esconderlo, permitir que apenas
se vislumbre una parte. Esto provoca curiosidad y la reacción
legítima de frustración anticipada si se sospecha
que uno se pierde algo de la exposición.
Estos estudios no permiten, sin embargo, sugerir a los museógrafos
que adopten en forma generalizada tales hallazgos que, por supuesto,
hay que seguir poniendo a prueba e investigando.
De la observación surgieron entonces cuatro tipos de comportamientos
de recorrido que corresponden a imágenes animales: las
hormigas, las mariposas, los peces y los saltamontes.
Para saber si estos tipos eran un conjunto de prácticas
homogéneas
reales o aparentes, es decir si correspondían a categorías
de contenido se consideró necesario pasar a la fase de
entrevista.
2. Entrevistas enfocadas o centradas.
La selección de la muestra, y esto es un salto metodológico
importante frente a otras investigaciones, se hizo a partir de
su pertenencia a los cuatro tipos de comportamiento detectados
y no con criterios aleatorios o sociodemográficos. Sin
embargo, al final de la entrevista se solicitaban datos para
tener referencias sociodernográficas.
¿Qué es una entrevista enfocada? A partir de una
guía temática precisa pero que sólo el entrevistador
conoce, hacer hablar fluidamente al visitante sin hacerle preguntas,
dándole pie a seguir hablando si el hilo se corta. Sobre
estas entrevistas grabadas y transcriptas se prestó atención
a la información dada, el orden de aparición de
esos elementos de información, el contexto de aparición,
el vocabulario empleado y a lo no dicho.
Puesto que en entrevista la gente tiende a dar respuestas dependientes
de la racionalidad y de la legitimidad social, resultó
importante complementarla. El encuestador acompañaba al
visitante a rehacer su recorrido, y a comentarlo. Esto proporcionaba
comentarios concretos y en detalle.
Luego se le hacía ver el video que le habían tomado
y se escuchaban sus comentarios, aunque no dio el resultado esperado.
3. Finalmente, se solicitaba al visitante dibujar el recorrido
que había realizado. Resultaba necesariamente subjetivo,
pero permitió ver lo que le atraía y rechazaba,
su percepción.
Por fin, lo importante es saber con qué relacionar los
comportamientos observados. Si encontramos invariantes en las
actitudes del público lo atribuiremos a la museografía.
Las variables de un visitante a otro las atribuiremos a la influencia
de su extracción social, su nivel cultural o su interés
mayor o menor en la exposición. Pero las cosas no están
tan separadas en la realidad. Por eso hay que analizar al mismo
tiempo la exposición y sus condiciones de producción,
y las lecturas hechas por los visitantes a partir de las condiciones
de reconocimiento.
Las conclusiones a las que llegan los autores son:
1. La importancia de distinguir entre producción y reconocimiento
en el análisis de un medio. Esto lleva a ver que las lecturas
no son deducibles de una descripción de la estructura
del discurso sino el resultado de un encuentro entre el discurso
y la estrategia de apropiación del receptor. Ese encuentro
consta de múltiples negociaciones.
2. Para llegar a conformar una verdadera semiótica, es
necesario investigaciones tradicionales sobre los efectos del
medio exposición a la luz de hipótesis precisas
sobre el discurso mismo, la comprensión de las características
y límites de la producción de exposiciones. Esto
implica acompañar al equipo que hace la exposición
a lo largo del proceso, entrevistarlo, conocer la secuencia de
toma de decisiones. A esta estructura se conecta el cuerpo significante
del visitante. Posturas y comportamientos del cuerpo socializado
que se pueden asociar con las modalidades de apropiación
halladas.
a. Mariposa: Sabe lo que busca. Su nivel cultural es el del emisor.
Domina bien su relación con la cultura. Su cuerpo parece
modelado por la figura de la lectura, del libro. Son los que
más capital económico y cultural tienen.
b. La hormiga: también establece una negociación
cultural, pero su estrategia es algo pasiva y escolar. De algún
modo es dócil. Le preocupa y quiere aprender y necesita
ascenso sociocultural. Su cuerpo está marcado o por el
pupitre de la escuela o por el sillón frente al televisor.
Cuentan con poco capital económico y algo de capital cultural.
Estas dos son las modalidades más estables. La hipótesis
es que quienes se comportan así tenderán a hacerlo
de manera similar en otras exposiciones que pongan en juego la
relación del sujeto con la cultura.
c. El pescado: tiene la actitud del turista con prisa, que echa
una mirada rápida, sobrevuela el espacio museográfico.
Hay allí quizás cierta desconfianza frente al objeto
cultural o a la institución, agregaría. Sin embargo,
puede comportarse de otro modo frente a otras ofertas.
d. El saltamontes: es el más distanciado del discurso
que se le propone. Su trayectoria es subjetiva, desarticula la
estructura museográfica y retiene algunos puntos en los
que encuentra resonancia. Esta modalidad no es generalizable
aún, puede tener que ver con la institución. Ante
una oferta exigente quizás también se comporte
de otra manera. Su cuerpo es el del fláneur, el que vagabundea
o pasea.
Lo interesante del estudio exploratorio es que sí relaciona
estos modos de apropiación con la estructura del discurso
museográfico. Las hormigas son los únicos que integraron
los dos ejes (sociológico y estético) que organizaban
la exposición Vacaciones en Francia.
En cuanto al tratamiento del espacio, los más interesados
en la muestra fueron quienes más se molestaron con la
distribución. En realidad, ninguna de las cuatro estrategias
corresponde al interlocutor pensado por los museógrafos
(con interés histórico-social y estético,
capaz de seguir una propuesta lineal primero, y luego múltiple).
Como no saben cuál es la proporción de cada estrategia
de visita sobre la población total de visitantes, no pueden
evaluar la eficacia de la exposición ni era su objetivo.
Sin embargo, consideran que este tipo de estudios puede dar lugar
a evaluaciones precisas de proyectos y de museografías.
En los proyectos debería saberse qué estrategias
de visita se quiere favorecer, cuáles impedir o dificultar.
Y también sobre la concepción espacial en relación
con los objetivos (pedagógicos, espectaculares, etcétera).
La observación etnográfica fue realizada por el
equipo formado por Cimet, García Canclini, Gullco, y otros
en el estudio de los públicos de cuatro exposiciones de
arte. Esto fue un año antes que Verón y Levasseur
hicieran su estudio. Sin embargo, no utilizaron las mismas técnicas
ni aprovecharon las observaciones etnográficas que sí
hicieron, restando riqueza al trabajo.
Un aporte de este método es el de seleccionar en primer
lugar, la muestra de entrevistados a partir de cada estrategia
de visita y no del perfil sociodemográfico o sociocultural
y, en segundo lugar, la sistematización e interpretación
de las entrevistas. Creo que es un aporte porque las variables
utilizadas tradicionalmente en las encuestas sociológicas
ya no resultan tan fecundas en el marco de los cambios sociales
actuales. Cada vez hay más hábitos culturales y
valoraciones compartidas por gente de diferentes clases o estratos
sociales, con distinta formación, ocupación y nivel
de ingreso, a pesar de las asimetrías y desigualdades
reinantes. De modo que explorar cualitativamente una tipología
de estrategias y a partir de ella indagar qué sujetos
sociales la utilizan parece un camino prometedor para estudiar
la relación de los usuarios de este medio de comunicación
tan particular que es la exposición.
En cambio, no seria una herramienta suficiente para comprender
la relación con el museo corno institución compleja,
con ofertas múltiples (tienda, espectáculos, talleres,
visitas guiadas, publicaciones, etcétera). Para ello sí
se requieren análisis documentales y de corte netamente
sociológico.
Si me he extendido en este método poco utilizado aún
es porque creo que no ha tenido suficiente difusión y
porque da pautas sobre cómo equipar mejor los museos para
que la observación sea una tarea cotidiana: con cámaras
video y grabadoras, por una parte; pero sobre todo, corno mencioné
al principio, valorando la actividad constante de observación
y registro de lo observado al servicio de la mejor plantación
de las exposiciones.
Un tímido acercamiento a este método fue usado
por María Olvido para estudiar el Museo del Papalote de
la ciudad de México. María Olvido Moreno realizó
una investigación como estudiante, algunos de cuyos resultados
están por publicarse. Los museos de ciencias y esa forma
disfrazada de museos de ciencias que son los museos del niño
tienen siempre como uno de sus objetivos el de educar. Quienes
financian estos museos, que requieren fuertes inversiones, parecen
creer que éstas se justifican sólo si cumplen con
ese objetivo, cosa que no sucede con los museos de arte u otros.
El estudio de María Olvido se basa en la observación
in situ, la información proporcionada por el personal
del museo, y entrevistas al público a la salida, tanto
como el aprovechamiento de toda opinión recogida en cualquier
otro ámbito acerca del museo.
El punto de partida es inusual: el Museo del Papalote, abierto
en 1993, tiene éxito. El museo recibe el máximo
de visitantes diarios que puede aten- cler: cuatro mil personas.
Y la autora se pregunta si su éxito se debe a que se parece
más a un centro recreativo que a un museo.
Se propone inicialmente poner a prueba el guión museológico,
buscar su secuencia y coherencia para cumplir con su misión
educativa, con la hipótesis de que no existe un guión
estructurado. Encontró, por observación y por análisis
documental, que los temas que definen las secciones del museo
no se corresponden con los contenidos de los programas oficiales
de escuelas primarias y secundarias. Que uno de los factores
que afectan la eficacia didáctica es la falta de correspondencia
entre guión y programa arquitectónico, que la entrada
no fue pensada para niños sino para adultos, que el ruido
afecta la escucha de computadoras sonoras por la altura de los
techos. A raíz de estos y otros problemas detectados,
el museo mismo emprendió un; programa de evaluación
permanente en cada una de las áreas del museo. Al principio
del texto había mencionado que antes de inaugurar el museo,
su personal trabajaba en un espacio- laboratorio, donde realizó
la evaluación constante de cada exhibidor. Ahora podemos
entender mejor que no resultó suficiente porque no pudieron
evaluar su funcionamiento in situ. No contaban con la variable
arquitectónica y museográfica.
Los grupos de sujetos que Olvido enfocó fueron niños,
grupos escolares, maestros, padres de familia y facilitadores.
Comprobó que la primera visita resulta siempre sobreestimulante,
un saltar de un módulo a otro, algo nada educativo, pero
que sí deja el deseo de regresar. Prevalece la dimensión
lúdica. Observó que el comportamiento de los padres
es fundamental: Se encontraron tres tipos:
1. el que compite con los hijos para hacer u operar adecuadamente
el módulo, dejando al niño como observador o perdedor.
2. El que observa feliz el desenvolvimiento del hijo y lo motiva
y apoya en sus logros
3. Los padres que leen las cédulas y sustituyen de algún
modo a los facilitadores. ¿Cómo incidir en el comportamiento
de los padres? Aún no han hallado respuesta.
También se observó qué el ambiente del museo
propicia el acercamiento y ayuda mutua entre niños. Que
las cédulas son utilizadas por los adultos, no por los
niños. Habría que ver, entonces, si eso modifica
la estrategia del museo respecto del cedulario.
Sin embargo, la autora finaliza reconociendo la dificultad para
medir la dimensión educativa del espacio. Se acercó
a los niños con preguntas como ¿aprendiste mucho?
o ¿aprendiste algo? y las respuestas se sesgaron, refiriéndose
a lo lúdico (divertido) o al gusto o disgusto. Reconoce
que la riqueza de opciones que ofrece el museo puede responder
a los intereses de muchos tipos de visitantes por lo cual duda
que sea necesario reformular el guión museológico
de manera más didáctica, aunque propone ejemplos
de dos espacios ingleses para niños donde no se usan exhibidores
sino réplicas de objetos históricos con los que
pueden jugar y aprender algo de niños de otras épocas.
Podríamos comentar que las preguntas formuladas no fueron
las más adecua- das para medir efectos de aprendizaje
y por lo tanto los resultados hay que tomarlos con pinzas. De
hecho, este estudio exploratorio, como tantos otros, cae en la
trampa de concluir aquello que los patrocinadores quieren escuchar.
Eliseo Verón mismo está en proceso de análisis
de este museo. Me ha comentado que por el momento no observa
que se concreticen procesos de aprendizaje. Remito aquí
a las evaluaciones realizadas en EUA, por ejemplo, acerca de
las nociones ,"erróneas o acertadas" que la
población tiene de algunos principios tales como gravedad
o cambio de temperatura del planeta donde el intento de incidir
con mayor precisión en la esfera cognitiva es serio.
Aparece entonces que el objetivo del museo debe ser claro porque
eso es lo que se habrá de evaluar: capacidad recreativa
o educativa. ¿La primera como motivación de la
segunda o con valor propio? ¿De los niños como
sector prioritario o de todos los sectores de la población?
¿Se busca efecto inmediato o a mediano y largo plazo?
Es decir, si una exposición no logró cambiar nociones
o posturas de los visitantes, ¿Es necesariamente un fracaso
educativo o estético? Si motivó como para seguir
frecuentando el museo y sus variadas exposiciones y programas,
en este caso, creo fundamental realizar el seguimiento de casos
durante varios años, porque lo que vale la pena medir
es también el cambio o no de actitud hacia el enfoque
científico de la realidad.
Morley y Silverstone plantean también la necesidad de
estudios cualitativos de cuño etnográfico sobre
la audiencia de medios, en su caso. Consideran demostrado que
las técnicas estadísticas pueden establecer conexiones
empíricas entre "hechos" de diferentes órdenes,
pero no proporcionar bases para la predicción o la teoría.
A nosotros nos sirven las preguntas que se formulan y su rigor
metodológico.
1. con cuánta atención
2. con qué grado de compromiso
3. qué tipo de programas
4. en qué ocasiones
5. con quién
6. haciendo qué otra cosa
Ya que el consumo es parte integrante de lo cotidiano, el proceso
de ver TV -o leer- lo entienden dentro de un proceso de conversación
y diálogo social a través del cual los materiales
son "digeridos".
Se da prioridad a las categorías de análisis derivadas
de las propias estructuras conceptuales de los sujetos.
1. Observar y tomar nota del comportamiento rutinario de todo
tipo característico de los que estudiamos.
2. Hacerlo en los ambientes naturales
3. Sacar cuidadosamente las inferencias, con especial atención
a los modos en que se interpenetran los distintos aspectos del
contexto.
Hay dificultades para delimitar el campo de investigación
y los elementos que serán relevantes. Es un problema pragmático
y teórico y epistemológico, de relación
entre lo particular y lo general, la instancia y la categoría.
La dificultad es la vaguedad de los procesos comunicativos de
la vida diaria, por la cantidad de implícitos que hay.
Este tipo de investigación, para los autores, es cuestión
de interpretación y aún de construcción
de la realidad desde una determinada posición y no una
empresa positivista que prometa un mundo totalmente conocido
de hechos indiscutibles. Puede ayudar a explicar las cosas en
el contexto en que ocurren.
Desde la sociología de la cultura y la teoría y
la estética de la recepción
Es momento de distinguir estudios que no se realizan directamente
en museos.,o para ellos, pero que contribuyen al conocimiento
de los públicos. Podemos saber cómo se relaciona
cada sector de la sociedad con el arte, la ciencia, la historia
o la naturaleza sin necesidad de hacerlo en un museo. En México,
Alicia Poloniato ha hecho un estudio sobre las representaciones
que la gente se hace de la ciencia. El objetivo era por una parte
académico, por la otra servir a la evaluación y
reformulación de políticas de divulgación
de la ciencia a través de museos, sistema educativo formal,
centros de divulgación, publicaciones, programas en medios
electrónicos, etc.
Qué concibo como recepción, a diferencia de consumo:
implica ver desde cuál subjetividad (histórica,
artística, etc.) se efectúan las lecturas de los
objetos culturales en tanto textos, y qué significaciones
diversas genera su percepción. Cuáles componentes
del imaginario histórico evocan y convocan los objetos.
En este sentido, inclina la balanza de los estudios de consumo
más completos hacia la especificidad , del objeto y su
relación con los grupos sociales.
Luego de un estudio in situ sobre las lecturas que suscitan los
murales de Diego Rivera en Palacio Nacional, en que apliqué
una encuesta con varias preguntas abiertas, y que me demostró
la necesidad de utilizar técnicas más apropiadas
al carácter cualitativo de la indagación, me gustaría
ramificar la investigación a un trabajo sobre las representaciones
que la población tiene o no del muralismo, para la cual
no será necesario trabajar frente a las pinturas, sino
a lo sumo con diapositivas. La socióloga Diana Chanquía,
a partir del trabajo mencionado, se lanzó a estudiar la
subjetividad estética de ciertos grupos sociales en relación
con el arte mexicano del siglo XX, a través de grupos
de enfoque.
Estos trabajos, que por su dificultad y duración, se realizan
en universidades o instituciones académicas, pueden contribuir
a mediano plazo al mejor conocimiento de la relación arte-
sociedad, obra-mediaciones-públicos y por ende, museos
de arte-visitantes.
Desde el socioanálisis y las historias de vida.
Se trata una escucha activa y organizada. Exige una disponibilidad
total frente al interrogado, una especie de mimetismo inclusive
y una interrogación metódica, apoyada en el conocimiento
de las condiciones objetivas comunes a toda una categoría
y atenta a los efectos de la relación de entrevista.
Es como un autoanálisis asistido ya que la gente se interroga
a sí misma y enuncia con extraordinaria intensidad expresiva,
experiencias reservadas o reprimidas mucho tiempo.
Este método se usa para llegar a la verdad más
profunda de una posición social que actúa sobre
y en los sujetos y con todos los que la comparten (de toda la
categoría). La condición dé una verdadera
comprensión es el interés sostenido y profundo
que el sociólogo presta, casi como partero.
Las transcripciones de las entrevistas no son datos en bruto
ya que "todo el comportamiento del encuestador, su manera
de presentarse y de presentar la encuesta, sus preguntas y sus
silencios, los reforzamientos o estímulos que proporciona
mediante el gesto o la palabra son otras tantas indicaciones
e intervenciones que sirven para orientar los planteamientos
del encuestado y estructurarlos."
En la trascripción, el título y los subtítulos,
los simples subrayados y sobre todo el texto que antecede al
diálogo rompen la ilusión espontaneísta
del discurso. Sirven para dirigir la mirada del lector hacia
"los rasgos pertinentes y recordar las condiciones sociales
de que es producto el autor del discurso, iluminar todo cuanto
se enuncia o se traiciona a través de los silencios, los
sobrentendidos, los lapsus, la pronunciación y la entonación,
el lenguaje del cuerpo, las miradas, los gestos, la postura"
Este método para transmitir "las condiciones sociales
de posibilidad y de imposibilidad que se hallan en el principio
de las conductas o los planteamientos observados".
La intervención del analista sólo puede volverse
aceptable al precio de un trabajo de escritura que tenga por
objeto transmitir todos los elementos necesarios para la objetivación
de la persona interrogada, sin ponerla en la picota.
Lo propio del punto de vista del sociólogo "es ser
un punto de vista sobre un punto de vista".
Esta es una propuesta de Bourdieu que aún no se ha utilizado
para el estudio de la relación de la población
con los museos, como tampoco se ha hecho con las historias de
vida. Dentro de la teoría de la reproducción cultural
que el sociólogo francés ha desarrollado, explorar
la formación de hábitos culturales a través
de las entrevistas en profundidad y de las historias de vida
me parece un camino apasionante y fértil para la comprensión
de nuestro tema.
¿Qué conclusiones extraer de un panorama de métodos,
técnicas y casos de investigación de públicos
de museos y exposiciones? Acaso la primera sea que aceptar ver
los museos desde la perspectiva de los visitantes implica necesariamente
una posición y una responsabilidad política de
democratización debido a una mejor comprensión
de los obstáculos que se interponen en la apropiación
simbólica del patrimonio por parte de la población.
Por otra parte, la diversidad de enfoques teóricos, métodos
y técnicas son prueba convincente de que ya no hay lugar
para improvisar estudios sui géneris. Se trata más
bien, por parte de cada museo, de buscar y conocer la bibliografía
disponible, de asumir que en esas instituciones converge una
determinación múltiple: el compromiso con la preservación
del patrimonio, con la visión que los patrocinadores necesitan
legitimar pero, sobre todo con la sociedad. Hay que comenzar
a detectar problemas, deslindar responsabilidades y poner a disposición
de los visitantes los mejores recursos actuales.
Más urgente aún resulta que las instituciones generadores
de políticas culturales desarrollen un programa regular
de estudios de consumo cultural cuantitativo y cualitativo con
el fin de orientar de manera coordinada no sólo la programación
de los museos sino de los programas de enseñanza básica,
los editoriales y todos aquellos que apunten al logro de la democratización
del patrimonio mencionado.
Los contratos a equipos externos de investigación por
parte de los Consejos o Ministerios de Cultura, y los acuerdos
con los centros de investigación existentes resulta prácticamente
indispensable para llevar a buen término estas tareas.
No está de más recordar que si bien nuestro concepto
de público no lo convierte en receptor pasivo, la tendencia
social general es la de consolidar una sociedad de espectadores
en lugar de actores. De modo que parece pertinente estimular
esas otras formas de apropiación del patrimonio que se
generan a partir de la participación, como en el caso
de muchos museos comunitarios, locales, regionales y eco-museos.
Formas participativas que, como hemos visto en el caso del Museo
Nacional de Culturas Populares, no quedan excluidas de los "grandes
museos".
A diferencia de algunos países de Europa, debemos tener
presente que los de América Latina no conocemos bien ni
siquiera la nueva composición social de nuestras poblaciones,
menos aún los comportamientos culturales ligados a la
transformación de las identidades. Esto indicaría
que debemos empeñarnos aún en conocer la subjetividad
social de cada segmento o grupo a través de estudios de
consumo, así como desarrollar de manera complementaria
trabajos de índole cualitativa que revelen no sólo
quiénes son los interlocutores de la oferta cultural sino
también cómo elaboran las significaciones y qué
hacen con ellas.
Tal parece que para el diseño de políticas culturales
sería extremadamente útil estudiar, por ejemplo,
cuál es la imagen de la institución museo en la
población del país y en particular cuál
es en el sector educativo -docentes y estudiantes- y en todos
los encargados de actividades culturales: de empresas, sindicatos,
asociaciones, casas de la cultura, agencias de turismo, etc.,
comparando cuál es en el imaginario, y cuál en
el uso efectivo. Según las necesidades, explorar simultáneamente
cual es la imagen del patrimonio cultural y natural, cotejando
los resultados con los programas actuales de promoción
patrimonial y recursos puestos a disposición (personal,
cursos, publicaciones, distribución, evaluación).
Estos dos estudios, que contemplan a visitantes y no visitantes
de museos, darían elementos sobre las condiciones de posibilidad
del uso de los museos por distintos sectores de la población
así como al análisis de las dificultades políticas
para aplicar los resultados de los estudios existentes.
De alguna manera, estoy diciendo que lo que llamamos públicos
de museos es una entidad artificial, porque quien va a museos
también hace otros consumos, así como quien no
va a museos los hace. De manera que cuando la gente de museos
se pregunta por las características de quienes los frecuentan,
y de los que podrían frecuentarlos, se están preguntando
por todo lo que hace a los hábitos de esos grupos sociales,
sus motivaciones y comportamientos. En realidad, creo que el
objeto de estudio más interesante, es éste, el
de las constelaciones de prácticas culturales complejas,
mezcladas, de cada grupo social.
Es decir, un museo podría responder con más acierto
a las características de la población si la conociera
como consumidora de ofertas múltiples en el contexto de
ciertos modos de vida cotidiana. Encontrar estos perfiles, tipologías
o constelaciones es, creo, el futuro del campo de estudios que
nos ocupa. Con esos conocimientos, tendrían más
sentido las evaluaciones de aspectos parciales que cada museo
requiere.
Todas las demás investigaciones, que equivocadamente se
llaman de público, acerca de la eficacia de una concepción
museográfica, o de su capacidad educativa, etc. etc. son
sólo intentos de medición de procesos "causa-efecto".
Para encuadrarlas en el marco teórico adecuado, o para
construirlo si no existe, así como para encontrar las
técnicas convenientes, es imprescindible precisar con
toda claridad qué se quiere saber, para qué y por
qué.
Anexo
TÉCNICAS USUALMENTE EMPLEADAS
Encuestas, entrevistas informales,
grupos de enfoque, cuestionarios escritos, tests (afectivo-cognitivos),
observación etnográfica directa o indirecta (video,
fotografía secuenciada, televisión en circuito
cerrado).
1. Encuesta con preguntas cerradas.
Garantiza fácil aplicación, coherencia y procesamiento
de datos, Pero es fácilmente manipulable porque las preguntas
pueden condicionar fuertemente la respuesta.
2. Entrevistas informales o encuestas con varias preguntas abiertas.
Es difícil procesar las respuestas a preguntas abiertas.
Se requiere de entrevistadores experimentados y de gente experta
en la sistematización de la información (cierre
a posteriori, categorización de las respuestas). Es difícil
de cuantificar, pero permite saber lo que la gente dice que piensa.
Habría que diferenciar estas encuestas de las entrevistas
en profundidad, de corte antropológico, o de los grupos
de enfoque, que no permiten cuantificación, pero sí
una exploración cualitativa que indicará la conveniencia
o no de iniciar una encuesta formal.
3. Los cuestionarios escritos son poco eficaces, en general y
sus resultados poco creíbles. Requieren mucha pericia
para formularse, la mentira es menos detectable que en entrevista
y requiere de hábito social de lecto- escritura, que no
abunda en nuestros países.
Esa ha sido al menos mi experiencia en el Museo de Arte Moderno
de la ciudad de México y resulta envidiable ver los excelentes
resultados que proporciona el programa el Observatorio Permanente
de los Públicos apoyado por la Dirección de museos
de Francia, en varios museos de ese país desde 1990.
4. Los tests pueden aplicarse para verificar niveles concretos
de cono- cimiento o experiencia. Se hacen a través de
entrevista, cuestionario o de interactivos. Sólo con gran
habilidad, y planteado como juego con incentivos la gente aceptaría
estas pruebas.
5. Observación. Suele basarse en la experiencia antropológica
y psicológica. Permite registrar recorridos, actividades
y comportamientos durante los recorridos.
6. Libro de opinión. En un nivel muy superficial, da idea
de algunas tendencias de opinión, sin poder cruzar esos
datos con el perfil del visitante.
7. Buzón de sugerencias, o uso directo de computadora.
8. La opinión de los trabajadores del museo.
9. Análisis de todos los documentos disponibles. Catálogos,
correspondencia, discursos, notas de prensa, etc.
VALIDEZ DEL MUESTREO
Garantizar que los visitantes estudiados sean una muestra representativa
de la población de visitantes es lo más difícil.
Deberá ser representativa en sexo, edad, ocupación,
pero también según estaciones, períodos
vacacionales y escolares, días laborables y fin de semana,
horas del día, distintos climas.
La experiencia dice que el sub- grupo más pequeño
admisible es de 25 personas.
EL PERFIL DE LOS VISITANTES Y LOS NO VISITANTES
Datos sociodemográficos
El objetivo es establecer con precisión el perfil del
grupo mayoritario de visitantes. Eso es lo mejor que puede dar
una encuesta, además de grandes tendencias.
1. Sexo.
2. Edad, en bandas de cinco años.
3. Nivel educativo
4. Ocupación principal: grupos amplios o actividades específicas:
humanidades, educación, ciencia, cuerpos de seguridad,
amas de casa, gestión empresarial, trabajo administrativo,
trabajador de exterior, profesionales, pensionistas, vendedores,
estudiantes, personal técnico, viajante, desempleado.
5. Grupo socioeconómico: relacionado con ocupación.
Trabajadores Manuales y no manuales. Propiedad de casa, coche,
etc.
6. Poder adquisitivo: relacionado con las dos anteriores. Indagar
sobre gasto personal para el ocio: libros, diversión,
intereses, viajes, etc. Usarla para indagar sobre los hábitos
culturales.
7. Lugar de residencia. Se relaciona con nivel socioeconómico
pero también con el esfuerzo y disponibilidad para llegar
al museo. Un dato interesante es saber quién es turista
y quién no. Si se cruza este dato con temporada, permite
saber a quién dirigirse con la programación. Al
cruzar este dato con edad y nivel de estudios, igualmente nos
orienta (jóvenes, estudiantes, y profesionistas en invierno,
por ej., y cambiarla, si queremos otro público.
8. Medio de transporte al museo.
9. Nacionalidad y lengua materna.
10. Fecha y hora.
11. Hábitos de lectura, asistencia a espectáculos,
centros de diversión, centros comerciales. Es importante
para conocer la relación con desempleo, escolaridad, tiempo
libre, con el consumo de otros bienes.
Para cuando el museo quiere crecer o cambiar el perfil de su
visitante medio debe ocuparse seriamente de los no visitantes
(encuesta puerta a puerta, encuesta en centros comerciales o
lugares públicos).
BIBLIOGRAFÍA
Barbier-Bouvet, Jean-Francois: Jours, parcours, détours:
espace des pratiques et pratique de I'espace au musée
du Louvre, Paris, Ministerio de la Cultura, 1980. Citado por
Verón y Levasseur.
García Canclini, Néstor (coord.), El consumo cultural
en México, Grijalbo-CNCA, México, 1991.
"Entretien avec Bernard Deloche. L'épistemologie
du musée' en Nouvelles muséologies (Alain Nicolas
comp.), Muséologie Nouvelle et experimentation social,
Marsella 1985.
Morley, David y Roger Silverstone "Perspectivas etnográficas
sobre la audiencia de medios", rev. Versión, núm
4, abril 1994, UAM Xoch, México D.F.
Piccini, Mabel, "La sociedad de los espectadores. Notas
sobre algunas teorías de la recepción", en
Versión, núm. 3. Fronteras de la recepción
y procesos culturales. UAM Xochimilco, México, 1993.
Revista Publics et Musées, Números 1 a 4. Presses
Universitaires de Lyon, 1992, 1994.
Verón, Eliseo y Martine Levasseur, Ethnographie de I'exposition,
Centre Georges Pompidou, Bibliothéque publique d'information,
París, 1991. (Introducción de Jean Francois Barbier-Bouvet).
|