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  de Tecnología

Contenido

PRESENTACIÓN
Roberto Guevara

LOS MUSEOS Y EL PÚBLICO
Armando Gaglíardi

El consumo cultural

PARA PENSAR LO MASSMEDIÁTICO O LA FASCINACIÓN DE LA COMUNICACIÓN MASIVA
Marcelino Bisbal

POLÍTICAS CULTURALES Y PÚBLICOS
Carlos Guzmán Cárdenas

LA ATENCIÓN AL PÚBLICO COMO CANAL DE IMAGEN
Oscar Ernesto Buroz

El Estudio del Público

VENTURAS Y DESVENTURAS DE LOS ESTUDIOS DE PÚBLICOS
Graciela Scbmilcbuk

Estudios de Casos

PÚBLICOS Y MUSEOS
- ALGUNAS REFLEXIONES Y EXPERIENCIAS
Carmen Teresa Soutiño

LA ACCIÓN EDUCATIVA DEL MUSEO DE BELLAS ARTES:
UNA MANERA DE ESTRECHAR VINCULOS CON LA COMUNIDAD

José Ignacio Herrera

MUSEO ARMANDO REVERÓN - UN MUSEO QUE TUVO PÚBLICO ANTES DE SER MUSEO

María Elena Huízi Castillo

EL DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN COMO ENTE INTEGRADOR Y DINAMIZADOR DEL PÚBLICO EN LOS MUSEOS
María Gabriela Gil

Investigaciones

UNA APROXIMACIÓN AL PERFIL DEL VISITANTE DEL MUSEO DE CIENCIAS

Haydee Logreira

EL MUSEO DE LOS NIÑOS DE CARACAS Y SUS VISITANTES
Carolina de Navarro Josnil Rojas

LA POLÍTICA DE PÚBLICO EJE DE LA TRANSFORMACIÓN DEL MAVAO
Emilia Maury de Pearce

LA ESPECIALIDAD DE LA CASA.- UN MENÚ AL GUSTO DEL CLIENTE
Milagro Gómez de Blavia

CONCLUSIONES

 


Visitar museos puede ser un hábito, una práctica ocasional o una experiencia desconocida. En México, se confirmó que es una práctica minoritaria. La desigual distribución de la educación formal y los ingresos coinciden con los desequilibrios entre la oferta y el consumo cultural. Esto no basta para explicar las distintas elecciones, gustos y estilos de comportamientos encontrados en estratos económicos y educativos similares. Néstor García Canclini concluye que para llegar a este nivel de conocimientos se requieren estudios que consideren con más atención las características de la vida cotidiana de los sujetos: sus ritmos de vida y ocupación, sus obligaciones familiares, las tradiciones de grupo, las relaciones comunitarias, tanto como su edad y sexo.

Dentro de esta tendencia, lo que se considera posible evaluar es la imagen pública de los museos (entre pobladores en general), la relación entre la dimensión ritual, comunicacional y educativa del museo a través del análisis de la museografía y la relación de los museos con los públicos por medio de sus percepciones y evaluaciones. La evaluación se hace con apoyo en técnicas cualitativas y cuantitativas (recopilación biblio-hemerográfica y documental, análisis museográfico y de las actividades complementarías, entrevistas con el personal del museo, observación de los públicos, entrevistas y encuestas). El resultado de tales investigaciones lleva a formular sugerencias concretas.

En otro plano se ubican los diagnósticos de población, preliminares a la planeación del museo. Su objetivo es trazar sus lineamientos, edificio, contenidos y enfoque, en acuerdo con la población. No se trata de "complacerla", sino de detectar los posibles conflictos que podrían entorpecer su participación en el museo o su uso del mismo.

Con una combinación de herramientas etnográficas y sociológicas, es posible conocer la composición socioeconómica y cultural de esa sociedad, sus demandas y expectativas, su nivel de identificación del y con su patrimonio cultural o natural y en qué medida el museo llegaría a contribuir con el desarrollo cultural y aún económico de la comunidad. En equipo realizamos en 1992 un diagnóstico de esta naturaleza para el Museo de las Culturas del Norte en Paquimé, Chihuahua.

Desde la etnografía o la socio- semiótica de la recepción (que aún no existe)

Tanto en Estados Unidos como en Francia sobre todo, se han realizado estudios macrosociológicos de públicos de museos y de los comportamientos culturales en general. Saben quiénes frecuentan los museos y cómo incide en ello el nivel de instrucción, la extracción social y el poder adquisitivo. Conteo y encuesta llevan a redundar en lo conocido.

Ante este hecho, surgió la necesidad de ir más allá y preguntarse cómo vemos realmente una obra, un objeto, un panel, cómo se despierta o se frustra la curiosidad, cómo se construye o no la comprensión, cómo se manifiesta el placer o el aburrimiento (Verón, Levasseur: 1991). Es decir, entrar de lleno al plano cualitativo.

En la investigación realizada por Verón y Levasseur, contando con la experiencia previa de Barbier-Bouvet, el objeto de estudio fue el comportamiento y las actitudes tanto hacia una exposición en particular como hacia el consumo cultural en general.

Y, sobre todo, seguir construyendo la metodología y las bases teóricas de este tipo de estudios para que se puedan utilizar en otras exposiciones.

El método de trabajo fue principalmente etnográfico, luego sociológico y semiológico:

1. Cuatro semanas de observación sistemática, directa y con cámara video oculta, registrando absolutamente todo lo registrable: la manera en que los visitantes recorrían la sala, dónde se detenían, qué espacios y objetos omitían, qué secuencia seguían, cuál resultaba ser la duración de la visita, los comentarios, etc. Esto condujo a una topología de visitas a partir de las cuales pudieron construir hipótesis más afinadas.

Es indispensable entonces construir una reja de lectura previa para encontrar algo más que anecdótico, algo del orden del sentido, y luego sistmaticidad durante el proceso. Dos maneras de observar: seguimiento de recorrido y el punto fijo. La cámara enfocaba sucesivamente tres sectores diferentes de la sala para ver el comportamiento de todos los que pasan por cierto sector. Esto permite evaluar los efectos de un exhibidor o de fragmentos de montaje museográfico. El encuestador observaba la secuencia producida por el visitante, el discurso que él construía. Intentaron también grabar las conversaciones y comentarios de los visitantes, pero no pudieron solucionar el problema técnico del ruido ambiental y creen fundamental lograrlo para hacer un análisis de contenido no clásico. Más bien un análisis del fragmento y su respectiva teoría.

Un estudio por observación sistemática realizado en algunas salas del Louvre (Barbier-Bouvet: 1980) llevó a descubrir una dialéctica de la diferencia: introducir una discontinuidad en un conjunto crea a menudo una corriente de atención atribuible al diseño museográfico más que a las obras: ruptura de formato, de género, de posiciones y direcciones de escultura.

También hallaron la dialéctica del disimulo, es decir que para atraer la atención sobre un objeto no es necesario ostentarlo, sino casi esconderlo, permitir que apenas se vislumbre una parte. Esto provoca curiosidad y la reacción legítima de frustración anticipada si se sospecha que uno se pierde algo de la exposición.

Estos estudios no permiten, sin embargo, sugerir a los museógrafos que adopten en forma generalizada tales hallazgos que, por supuesto, hay que seguir poniendo a prueba e investigando.

De la observación surgieron entonces cuatro tipos de comportamientos de recorrido que corresponden a imágenes animales: las hormigas, las mariposas, los peces y los saltamontes.
Para saber si estos tipos eran un conjunto de prácticas homogéneas
reales o aparentes, es decir si correspondían a categorías de contenido se consideró necesario pasar a la fase de entrevista.

2. Entrevistas enfocadas o centradas.
La selección de la muestra, y esto es un salto metodológico importante frente a otras investigaciones, se hizo a partir de su pertenencia a los cuatro tipos de comportamiento detectados y no con criterios aleatorios o sociodemográficos. Sin embargo, al final de la entrevista se solicitaban datos para tener referencias sociodernográficas.

¿Qué es una entrevista enfocada? A partir de una guía temática precisa pero que sólo el entrevistador conoce, hacer hablar fluidamente al visitante sin hacerle preguntas, dándole pie a seguir hablando si el hilo se corta. Sobre estas entrevistas grabadas y transcriptas se prestó atención a la información dada, el orden de aparición de esos elementos de información, el contexto de aparición, el vocabulario empleado y a lo no dicho.

Puesto que en entrevista la gente tiende a dar respuestas dependientes de la racionalidad y de la legitimidad social, resultó importante complementarla. El encuestador acompañaba al visitante a rehacer su recorrido, y a comentarlo. Esto proporcionaba comentarios concretos y en detalle.

Luego se le hacía ver el video que le habían tomado y se escuchaban sus comentarios, aunque no dio el resultado esperado.

3. Finalmente, se solicitaba al visitante dibujar el recorrido que había realizado. Resultaba necesariamente subjetivo, pero permitió ver lo que le atraía y rechazaba, su percepción.

Por fin, lo importante es saber con qué relacionar los comportamientos observados. Si encontramos invariantes en las actitudes del público lo atribuiremos a la museografía. Las variables de un visitante a otro las atribuiremos a la influencia de su extracción social, su nivel cultural o su interés mayor o menor en la exposición. Pero las cosas no están tan separadas en la realidad. Por eso hay que analizar al mismo tiempo la exposición y sus condiciones de producción, y las lecturas hechas por los visitantes a partir de las condiciones de reconocimiento.

Las conclusiones a las que llegan los autores son:

1. La importancia de distinguir entre producción y reconocimiento en el análisis de un medio. Esto lleva a ver que las lecturas no son deducibles de una descripción de la estructura del discurso sino el resultado de un encuentro entre el discurso y la estrategia de apropiación del receptor. Ese encuentro consta de múltiples negociaciones.

2. Para llegar a conformar una verdadera semiótica, es necesario investigaciones tradicionales sobre los efectos del medio exposición a la luz de hipótesis precisas sobre el discurso mismo, la comprensión de las características y límites de la producción de exposiciones. Esto implica acompañar al equipo que hace la exposición a lo largo del proceso, entrevistarlo, conocer la secuencia de toma de decisiones. A esta estructura se conecta el cuerpo significante del visitante. Posturas y comportamientos del cuerpo socializado que se pueden asociar con las modalidades de apropiación halladas.

a. Mariposa: Sabe lo que busca. Su nivel cultural es el del emisor. Domina bien su relación con la cultura. Su cuerpo parece modelado por la figura de la lectura, del libro. Son los que más capital económico y cultural tienen.

b. La hormiga: también establece una negociación cultural, pero su estrategia es algo pasiva y escolar. De algún modo es dócil. Le preocupa y quiere aprender y necesita ascenso sociocultural. Su cuerpo está marcado o por el pupitre de la escuela o por el sillón frente al televisor. Cuentan con poco capital económico y algo de capital cultural. Estas dos son las modalidades más estables. La hipótesis es que quienes se comportan así tenderán a hacerlo de manera similar en otras exposiciones que pongan en juego la relación del sujeto con la cultura.

c. El pescado: tiene la actitud del turista con prisa, que echa una mirada rápida, sobrevuela el espacio museográfico. Hay allí quizás cierta desconfianza frente al objeto cultural o a la institución, agregaría. Sin embargo, puede comportarse de otro modo frente a otras ofertas.

d. El saltamontes: es el más distanciado del discurso que se le propone. Su trayectoria es subjetiva, desarticula la estructura museográfica y retiene algunos puntos en los que encuentra resonancia. Esta modalidad no es generalizable aún, puede tener que ver con la institución. Ante una oferta exigente quizás también se comporte de otra manera. Su cuerpo es el del fláneur, el que vagabundea o pasea.

Lo interesante del estudio exploratorio es que sí relaciona estos modos de apropiación con la estructura del discurso museográfico. Las hormigas son los únicos que integraron los dos ejes (sociológico y estético) que organizaban la exposición Vacaciones en Francia.

En cuanto al tratamiento del espacio, los más interesados en la muestra fueron quienes más se molestaron con la distribución. En realidad, ninguna de las cuatro estrategias corresponde al interlocutor pensado por los museógrafos (con interés histórico-social y estético, capaz de seguir una propuesta lineal primero, y luego múltiple). Como no saben cuál es la proporción de cada estrategia de visita sobre la población total de visitantes, no pueden evaluar la eficacia de la exposición ni era su objetivo.

Sin embargo, consideran que este tipo de estudios puede dar lugar a evaluaciones precisas de proyectos y de museografías. En los proyectos debería saberse qué estrategias de visita se quiere favorecer, cuáles impedir o dificultar. Y también sobre la concepción espacial en relación con los objetivos (pedagógicos, espectaculares, etcétera).

La observación etnográfica fue realizada por el equipo formado por Cimet, García Canclini, Gullco, y otros en el estudio de los públicos de cuatro exposiciones de arte. Esto fue un año antes que Verón y Levasseur hicieran su estudio. Sin embargo, no utilizaron las mismas técnicas ni aprovecharon las observaciones etnográficas que sí hicieron, restando riqueza al trabajo.

Un aporte de este método es el de seleccionar en primer lugar, la muestra de entrevistados a partir de cada estrategia de visita y no del perfil sociodemográfico o sociocultural y, en segundo lugar, la sistematización e interpretación de las entrevistas. Creo que es un aporte porque las variables utilizadas tradicionalmente en las encuestas sociológicas ya no resultan tan fecundas en el marco de los cambios sociales actuales. Cada vez hay más hábitos culturales y valoraciones compartidas por gente de diferentes clases o estratos sociales, con distinta formación, ocupación y nivel de ingreso, a pesar de las asimetrías y desigualdades reinantes. De modo que explorar cualitativamente una tipología de estrategias y a partir de ella indagar qué sujetos sociales la utilizan parece un camino prometedor para estudiar la relación de los usuarios de este medio de comunicación tan particular que es la exposición.

En cambio, no seria una herramienta suficiente para comprender la relación con el museo corno institución compleja, con ofertas múltiples (tienda, espectáculos, talleres, visitas guiadas, publicaciones, etcétera). Para ello sí se requieren análisis documentales y de corte netamente sociológico.

Si me he extendido en este método poco utilizado aún es porque creo que no ha tenido suficiente difusión y porque da pautas sobre cómo equipar mejor los museos para que la observación sea una tarea cotidiana: con cámaras video y grabadoras, por una parte; pero sobre todo, corno mencioné al principio, valorando la actividad constante de observación y registro de lo observado al servicio de la mejor plantación de las exposiciones.

Un tímido acercamiento a este método fue usado por María Olvido para estudiar el Museo del Papalote de la ciudad de México. María Olvido Moreno realizó una investigación como estudiante, algunos de cuyos resultados están por publicarse. Los museos de ciencias y esa forma disfrazada de museos de ciencias que son los museos del niño tienen siempre como uno de sus objetivos el de educar. Quienes financian estos museos, que requieren fuertes inversiones, parecen creer que éstas se justifican sólo si cumplen con ese objetivo, cosa que no sucede con los museos de arte u otros.

El estudio de María Olvido se basa en la observación in situ, la información proporcionada por el personal del museo, y entrevistas al público a la salida, tanto como el aprovechamiento de toda opinión recogida en cualquier otro ámbito acerca del museo.

El punto de partida es inusual: el Museo del Papalote, abierto en 1993, tiene éxito. El museo recibe el máximo de visitantes diarios que puede aten- cler: cuatro mil personas. Y la autora se pregunta si su éxito se debe a que se parece más a un centro recreativo que a un museo.

Se propone inicialmente poner a prueba el guión museológico, buscar su secuencia y coherencia para cumplir con su misión educativa, con la hipótesis de que no existe un guión estructurado. Encontró, por observación y por análisis documental, que los temas que definen las secciones del museo no se corresponden con los contenidos de los programas oficiales de escuelas primarias y secundarias. Que uno de los factores que afectan la eficacia didáctica es la falta de correspondencia entre guión y programa arquitectónico, que la entrada no fue pensada para niños sino para adultos, que el ruido afecta la escucha de computadoras sonoras por la altura de los techos. A raíz de estos y otros problemas detectados, el museo mismo emprendió un; programa de evaluación permanente en cada una de las áreas del museo. Al principio del texto había mencionado que antes de inaugurar el museo, su personal trabajaba en un espacio- laboratorio, donde realizó la evaluación constante de cada exhibidor. Ahora podemos entender mejor que no resultó suficiente porque no pudieron evaluar su funcionamiento in situ. No contaban con la variable arquitectónica y museográfica.

Los grupos de sujetos que Olvido enfocó fueron niños, grupos escolares, maestros, padres de familia y facilitadores. Comprobó que la primera visita resulta siempre sobreestimulante, un saltar de un módulo a otro, algo nada educativo, pero que sí deja el deseo de regresar. Prevalece la dimensión lúdica. Observó que el comportamiento de los padres es fundamental: Se encontraron tres tipos:

1. el que compite con los hijos para hacer u operar adecuadamente el módulo, dejando al niño como observador o perdedor.

2. El que observa feliz el desenvolvimiento del hijo y lo motiva y apoya en sus logros

3. Los padres que leen las cédulas y sustituyen de algún modo a los facilitadores. ¿Cómo incidir en el comportamiento de los padres? Aún no han hallado respuesta.

También se observó qué el ambiente del museo propicia el acercamiento y ayuda mutua entre niños. Que las cédulas son utilizadas por los adultos, no por los niños. Habría que ver, entonces, si eso modifica la estrategia del museo respecto del cedulario.

Sin embargo, la autora finaliza reconociendo la dificultad para medir la dimensión educativa del espacio. Se acercó a los niños con preguntas como ¿aprendiste mucho? o ¿aprendiste algo? y las respuestas se sesgaron, refiriéndose a lo lúdico (divertido) o al gusto o disgusto. Reconoce que la riqueza de opciones que ofrece el museo puede responder a los intereses de muchos tipos de visitantes por lo cual duda que sea necesario reformular el guión museológico de manera más didáctica, aunque propone ejemplos de dos espacios ingleses para niños donde no se usan exhibidores sino réplicas de objetos históricos con los que pueden jugar y aprender algo de niños de otras épocas.

Podríamos comentar que las preguntas formuladas no fueron las más adecua- das para medir efectos de aprendizaje y por lo tanto los resultados hay que tomarlos con pinzas. De hecho, este estudio exploratorio, como tantos otros, cae en la trampa de concluir aquello que los patrocinadores quieren escuchar.

Eliseo Verón mismo está en proceso de análisis de este museo. Me ha comentado que por el momento no observa que se concreticen procesos de aprendizaje. Remito aquí a las evaluaciones realizadas en EUA, por ejemplo, acerca de las nociones ,"erróneas o acertadas" que la población tiene de algunos principios tales como gravedad o cambio de temperatura del planeta donde el intento de incidir con mayor precisión en la esfera cognitiva es serio.

Aparece entonces que el objetivo del museo debe ser claro porque eso es lo que se habrá de evaluar: capacidad recreativa o educativa. ¿La primera como motivación de la segunda o con valor propio? ¿De los niños como sector prioritario o de todos los sectores de la población?

¿Se busca efecto inmediato o a mediano y largo plazo? Es decir, si una exposición no logró cambiar nociones o posturas de los visitantes, ¿Es necesariamente un fracaso educativo o estético? Si motivó como para seguir frecuentando el museo y sus variadas exposiciones y programas, en este caso, creo fundamental realizar el seguimiento de casos durante varios años, porque lo que vale la pena medir es también el cambio o no de actitud hacia el enfoque científico de la realidad.

Morley y Silverstone plantean también la necesidad de estudios cualitativos de cuño etnográfico sobre la audiencia de medios, en su caso. Consideran demostrado que las técnicas estadísticas pueden establecer conexiones empíricas entre "hechos" de diferentes órdenes, pero no proporcionar bases para la predicción o la teoría. A nosotros nos sirven las preguntas que se formulan y su rigor metodológico.

1. con cuánta atención
2. con qué grado de compromiso
3. qué tipo de programas
4. en qué ocasiones
5. con quién
6. haciendo qué otra cosa

Ya que el consumo es parte integrante de lo cotidiano, el proceso de ver TV -o leer- lo entienden dentro de un proceso de conversación y diálogo social a través del cual los materiales son "digeridos".

Se da prioridad a las categorías de análisis derivadas de las propias estructuras conceptuales de los sujetos.

1. Observar y tomar nota del comportamiento rutinario de todo tipo característico de los que estudiamos.
2. Hacerlo en los ambientes naturales
3. Sacar cuidadosamente las inferencias, con especial atención a los modos en que se interpenetran los distintos aspectos del contexto.

Hay dificultades para delimitar el campo de investigación y los elementos que serán relevantes. Es un problema pragmático y teórico y epistemológico, de relación entre lo particular y lo general, la instancia y la categoría.

La dificultad es la vaguedad de los procesos comunicativos de la vida diaria, por la cantidad de implícitos que hay. Este tipo de investigación, para los autores, es cuestión de interpretación y aún de construcción de la realidad desde una determinada posición y no una empresa positivista que prometa un mundo totalmente conocido de hechos indiscutibles. Puede ayudar a explicar las cosas en el contexto en que ocurren.

Desde la sociología de la cultura y la teoría y la estética de la recepción
Es momento de distinguir estudios que no se realizan directamente en museos.,o para ellos, pero que contribuyen al conocimiento de los públicos. Podemos saber cómo se relaciona cada sector de la sociedad con el arte, la ciencia, la historia o la naturaleza sin necesidad de hacerlo en un museo. En México, Alicia Poloniato ha hecho un estudio sobre las representaciones que la gente se hace de la ciencia. El objetivo era por una parte académico, por la otra servir a la evaluación y reformulación de políticas de divulgación de la ciencia a través de museos, sistema educativo formal, centros de divulgación, publicaciones, programas en medios electrónicos, etc.

Qué concibo como recepción, a diferencia de consumo: implica ver desde cuál subjetividad (histórica, artística, etc.) se efectúan las lecturas de los objetos culturales en tanto textos, y qué significaciones diversas genera su percepción. Cuáles componentes del imaginario histórico evocan y convocan los objetos. En este sentido, inclina la balanza de los estudios de consumo más completos hacia la especificidad , del objeto y su relación con los grupos sociales.

Luego de un estudio in situ sobre las lecturas que suscitan los murales de Diego Rivera en Palacio Nacional, en que apliqué una encuesta con varias preguntas abiertas, y que me demostró la necesidad de utilizar técnicas más apropiadas al carácter cualitativo de la indagación, me gustaría ramificar la investigación a un trabajo sobre las representaciones que la población tiene o no del muralismo, para la cual no será necesario trabajar frente a las pinturas, sino a lo sumo con diapositivas. La socióloga Diana Chanquía, a partir del trabajo mencionado, se lanzó a estudiar la subjetividad estética de ciertos grupos sociales en relación con el arte mexicano del siglo XX, a través de grupos de enfoque.

Estos trabajos, que por su dificultad y duración, se realizan en universidades o instituciones académicas, pueden contribuir a mediano plazo al mejor conocimiento de la relación arte- sociedad, obra-mediaciones-públicos y por ende, museos de arte-visitantes.

Desde el socioanálisis y las historias de vida.

Se trata una escucha activa y organizada. Exige una disponibilidad total frente al interrogado, una especie de mimetismo inclusive y una interrogación metódica, apoyada en el conocimiento de las condiciones objetivas comunes a toda una categoría y atenta a los efectos de la relación de entrevista.

Es como un autoanálisis asistido ya que la gente se interroga a sí misma y enuncia con extraordinaria intensidad expresiva, experiencias reservadas o reprimidas mucho tiempo.

Este método se usa para llegar a la verdad más profunda de una posición social que actúa sobre y en los sujetos y con todos los que la comparten (de toda la categoría). La condición dé una verdadera comprensión es el interés sostenido y profundo que el sociólogo presta, casi como partero.

Las transcripciones de las entrevistas no son datos en bruto ya que "todo el comportamiento del encuestador, su manera de presentarse y de presentar la encuesta, sus preguntas y sus silencios, los reforzamientos o estímulos que proporciona mediante el gesto o la palabra son otras tantas indicaciones e intervenciones que sirven para orientar los planteamientos del encuestado y estructurarlos."

En la trascripción, el título y los subtítulos, los simples subrayados y sobre todo el texto que antecede al diálogo rompen la ilusión espontaneísta del discurso. Sirven para dirigir la mirada del lector hacia "los rasgos pertinentes y recordar las condiciones sociales de que es producto el autor del discurso, iluminar todo cuanto se enuncia o se traiciona a través de los silencios, los sobrentendidos, los lapsus, la pronunciación y la entonación, el lenguaje del cuerpo, las miradas, los gestos, la postura"

Este método para transmitir "las condiciones sociales de posibilidad y de imposibilidad que se hallan en el principio de las conductas o los planteamientos observados".

La intervención del analista sólo puede volverse aceptable al precio de un trabajo de escritura que tenga por objeto transmitir todos los elementos necesarios para la objetivación de la persona interrogada, sin ponerla en la picota.

Lo propio del punto de vista del sociólogo "es ser un punto de vista sobre un punto de vista".

Esta es una propuesta de Bourdieu que aún no se ha utilizado para el estudio de la relación de la población con los museos, como tampoco se ha hecho con las historias de vida. Dentro de la teoría de la reproducción cultural que el sociólogo francés ha desarrollado, explorar la formación de hábitos culturales a través de las entrevistas en profundidad y de las historias de vida me parece un camino apasionante y fértil para la comprensión de nuestro tema.

¿Qué conclusiones extraer de un panorama de métodos, técnicas y casos de investigación de públicos de museos y exposiciones? Acaso la primera sea que aceptar ver los museos desde la perspectiva de los visitantes implica necesariamente una posición y una responsabilidad política de democratización debido a una mejor comprensión de los obstáculos que se interponen en la apropiación simbólica del patrimonio por parte de la población.

Por otra parte, la diversidad de enfoques teóricos, métodos y técnicas son prueba convincente de que ya no hay lugar para improvisar estudios sui géneris. Se trata más bien, por parte de cada museo, de buscar y conocer la bibliografía disponible, de asumir que en esas instituciones converge una determinación múltiple: el compromiso con la preservación del patrimonio, con la visión que los patrocinadores necesitan legitimar pero, sobre todo con la sociedad. Hay que comenzar a detectar problemas, deslindar responsabilidades y poner a disposición de los visitantes los mejores recursos actuales.

Más urgente aún resulta que las instituciones generadores de políticas culturales desarrollen un programa regular de estudios de consumo cultural cuantitativo y cualitativo con el fin de orientar de manera coordinada no sólo la programación de los museos sino de los programas de enseñanza básica, los editoriales y todos aquellos que apunten al logro de la democratización del patrimonio mencionado.

Los contratos a equipos externos de investigación por parte de los Consejos o Ministerios de Cultura, y los acuerdos con los centros de investigación existentes resulta prácticamente indispensable para llevar a buen término estas tareas.

No está de más recordar que si bien nuestro concepto de público no lo convierte en receptor pasivo, la tendencia social general es la de consolidar una sociedad de espectadores en lugar de actores. De modo que parece pertinente estimular esas otras formas de apropiación del patrimonio que se generan a partir de la participación, como en el caso de muchos museos comunitarios, locales, regionales y eco-museos. Formas participativas que, como hemos visto en el caso del Museo Nacional de Culturas Populares, no quedan excluidas de los "grandes museos".

A diferencia de algunos países de Europa, debemos tener presente que los de América Latina no conocemos bien ni siquiera la nueva composición social de nuestras poblaciones, menos aún los comportamientos culturales ligados a la transformación de las identidades. Esto indicaría que debemos empeñarnos aún en conocer la subjetividad social de cada segmento o grupo a través de estudios de consumo, así como desarrollar de manera complementaria trabajos de índole cualitativa que revelen no sólo quiénes son los interlocutores de la oferta cultural sino también cómo elaboran las significaciones y qué hacen con ellas.

Tal parece que para el diseño de políticas culturales sería extremadamente útil estudiar, por ejemplo, cuál es la imagen de la institución museo en la población del país y en particular cuál es en el sector educativo -docentes y estudiantes- y en todos los encargados de actividades culturales: de empresas, sindicatos, asociaciones, casas de la cultura, agencias de turismo, etc., comparando cuál es en el imaginario, y cuál en el uso efectivo. Según las necesidades, explorar simultáneamente cual es la imagen del patrimonio cultural y natural, cotejando los resultados con los programas actuales de promoción patrimonial y recursos puestos a disposición (personal, cursos, publicaciones, distribución, evaluación). Estos dos estudios, que contemplan a visitantes y no visitantes de museos, darían elementos sobre las condiciones de posibilidad del uso de los museos por distintos sectores de la población así como al análisis de las dificultades políticas para aplicar los resultados de los estudios existentes.

De alguna manera, estoy diciendo que lo que llamamos públicos de museos es una entidad artificial, porque quien va a museos también hace otros consumos, así como quien no va a museos los hace. De manera que cuando la gente de museos se pregunta por las características de quienes los frecuentan, y de los que podrían frecuentarlos, se están preguntando por todo lo que hace a los hábitos de esos grupos sociales, sus motivaciones y comportamientos. En realidad, creo que el objeto de estudio más interesante, es éste, el de las constelaciones de prácticas culturales complejas, mezcladas, de cada grupo social.

Es decir, un museo podría responder con más acierto a las características de la población si la conociera como consumidora de ofertas múltiples en el contexto de ciertos modos de vida cotidiana. Encontrar estos perfiles, tipologías o constelaciones es, creo, el futuro del campo de estudios que nos ocupa. Con esos conocimientos, tendrían más sentido las evaluaciones de aspectos parciales que cada museo requiere.

Todas las demás investigaciones, que equivocadamente se llaman de público, acerca de la eficacia de una concepción museográfica, o de su capacidad educativa, etc. etc. son sólo intentos de medición de procesos "causa-efecto". Para encuadrarlas en el marco teórico adecuado, o para construirlo si no existe, así como para encontrar las técnicas convenientes, es imprescindible precisar con toda claridad qué se quiere saber, para qué y por qué.

Anexo

TÉCNICAS USUALMENTE EMPLEADAS

Encuestas, entrevistas informales, grupos de enfoque, cuestionarios escritos, tests (afectivo-cognitivos), observación etnográfica directa o indirecta (video, fotografía secuenciada, televisión en circuito cerrado).

1. Encuesta con preguntas cerradas. Garantiza fácil aplicación, coherencia y procesamiento de datos, Pero es fácilmente manipulable porque las preguntas pueden condicionar fuertemente la respuesta.

2. Entrevistas informales o encuestas con varias preguntas abiertas. Es difícil procesar las respuestas a preguntas abiertas. Se requiere de entrevistadores experimentados y de gente experta en la sistematización de la información (cierre a posteriori, categorización de las respuestas). Es difícil de cuantificar, pero permite saber lo que la gente dice que piensa. Habría que diferenciar estas encuestas de las entrevistas en profundidad, de corte antropológico, o de los grupos de enfoque, que no permiten cuantificación, pero sí una exploración cualitativa que indicará la conveniencia o no de iniciar una encuesta formal.

3. Los cuestionarios escritos son poco eficaces, en general y sus resultados poco creíbles. Requieren mucha pericia para formularse, la mentira es menos detectable que en entrevista y requiere de hábito social de lecto- escritura, que no abunda en nuestros países.

Esa ha sido al menos mi experiencia en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México y resulta envidiable ver los excelentes resultados que proporciona el programa el Observatorio Permanente de los Públicos apoyado por la Dirección de museos de Francia, en varios museos de ese país desde 1990.

4. Los tests pueden aplicarse para verificar niveles concretos de cono- cimiento o experiencia. Se hacen a través de entrevista, cuestionario o de interactivos. Sólo con gran habilidad, y planteado como juego con incentivos la gente aceptaría estas pruebas.

5. Observación. Suele basarse en la experiencia antropológica y psicológica. Permite registrar recorridos, actividades y comportamientos durante los recorridos.

6. Libro de opinión. En un nivel muy superficial, da idea de algunas tendencias de opinión, sin poder cruzar esos datos con el perfil del visitante.

7. Buzón de sugerencias, o uso directo de computadora.

8. La opinión de los trabajadores del museo.

9. Análisis de todos los documentos disponibles. Catálogos, correspondencia, discursos, notas de prensa, etc.

VALIDEZ DEL MUESTREO
Garantizar que los visitantes estudiados sean una muestra representativa de la población de visitantes es lo más difícil. Deberá ser representativa en sexo, edad, ocupación, pero también según estaciones, períodos vacacionales y escolares, días laborables y fin de semana, horas del día, distintos climas.

La experiencia dice que el sub- grupo más pequeño admisible es de 25 personas.

EL PERFIL DE LOS VISITANTES Y LOS NO VISITANTES
Datos sociodemográficos

El objetivo es establecer con precisión el perfil del grupo mayoritario de visitantes. Eso es lo mejor que puede dar una encuesta, además de grandes tendencias.

1. Sexo.
2. Edad, en bandas de cinco años.
3. Nivel educativo
4. Ocupación principal: grupos amplios o actividades específicas: humanidades, educación, ciencia, cuerpos de seguridad, amas de casa, gestión empresarial, trabajo administrativo, trabajador de exterior, profesionales, pensionistas, vendedores, estudiantes, personal técnico, viajante, desempleado.

5. Grupo socioeconómico: relacionado con ocupación. Trabajadores Manuales y no manuales. Propiedad de casa, coche, etc.

6. Poder adquisitivo: relacionado con las dos anteriores. Indagar sobre gasto personal para el ocio: libros, diversión, intereses, viajes, etc. Usarla para indagar sobre los hábitos culturales.

7. Lugar de residencia. Se relaciona con nivel socioeconómico pero también con el esfuerzo y disponibilidad para llegar al museo. Un dato interesante es saber quién es turista y quién no. Si se cruza este dato con temporada, permite saber a quién dirigirse con la programación. Al cruzar este dato con edad y nivel de estudios, igualmente nos orienta (jóvenes, estudiantes, y profesionistas en invierno, por ej., y cambiarla, si queremos otro público.

8. Medio de transporte al museo.

9. Nacionalidad y lengua materna.

10. Fecha y hora.

11. Hábitos de lectura, asistencia a espectáculos, centros de diversión, centros comerciales. Es importante para conocer la relación con desempleo, escolaridad, tiempo libre, con el consumo de otros bienes.
Para cuando el museo quiere crecer o cambiar el perfil de su visitante medio debe ocuparse seriamente de los no visitantes (encuesta puerta a puerta, encuesta en centros comerciales o lugares públicos).

BIBLIOGRAFÍA
Barbier-Bouvet, Jean-Francois: Jours, parcours, détours: espace des pratiques et pratique de I'espace au musée du Louvre, Paris, Ministerio de la Cultura, 1980. Citado por Verón y Levasseur.

García Canclini, Néstor (coord.), El consumo cultural en México, Grijalbo-CNCA, México, 1991.

"Entretien avec Bernard Deloche. L'épistemologie du musée' en Nouvelles muséologies (Alain Nicolas comp.), Muséologie Nouvelle et experimentation social, Marsella 1985.

Morley, David y Roger Silverstone "Perspectivas etnográficas sobre la audiencia de medios", rev. Versión, núm 4, abril 1994, UAM Xoch, México D.F.

Piccini, Mabel, "La sociedad de los espectadores. Notas sobre algunas teorías de la recepción", en Versión, núm. 3. Fronteras de la recepción y procesos culturales. UAM Xochimilco, México, 1993.

Revista Publics et Musées, Números 1 a 4. Presses Universitaires de Lyon, 1992, 1994.
Verón, Eliseo y Martine Levasseur, Ethnographie de I'exposition, Centre Georges Pompidou, Bibliothéque publique d'information, París, 1991. (Introducción de Jean Francois Barbier-Bouvet).

 

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